Arde Norteamérica

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Arde Norteamérica… que es mucho más que Estados Unidos. Ellos están acostumbrados a definirse a sí mismos como “América”, cosa que nos molesta bastante al resto de los americanos. Pero cometemos un error parecido, llamarlos norteamericanos, cuando en realidad, también lo son los canadienses y los mejicanos.

En Canadá, acaba de asumir como primer ministro Mark Carney, ex director del banco central de ese país, en reemplazo de Justin Trudeau, quien gobernó el país más grande del continente durante 10 años, desde 2015 hasta 2025. Trudeau fue un político con aristas progresistas, sobre todo en lo social, y también aristas muy pragmáticas, sobre todo en política internacional, sin cambiar un ápice nunca de su alineamiento total con la OTAN, se vio en la guerra contra Rusia y en distintos conflictos de Medio Oriente.

En cambio, el nuevo primer ministro es un tecnócrata, sin experiencia política, que nunca fue elegido para un cargo, y que, quizás haya sido designado por el Partido Liberal justamente por esas características. Es que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, venía pegándole duro a Trudeau, acusándolo de incompetencia, sobre todo culpando a Canadá del flujo de inmigrantes indocumentados y de drogas hacia su país.

Esa fue la excusa para aplicar aranceles a las importaciones de acero y aluminio del 25 por ciento, que son generales pero que afectan especialmente a Canadá, y que hacen volar por los aires el tratado de libre comercio conocido como NAFTA.
En su asunción, Carney dijo que está listo para comenzar a negociar con Trump para intentar resolver esta controversia, aunque fue muy claro en decir: “Nunca Canadá será parte de Estados Unidos, de ninguna manera”.

Desde otra parte de Norteamérica llegó otro revés para el imperialismo expansionista de Donald Trump. Fue desde Groenlandia, la isla más grande del mundo, que, aunque pertenece a Dinamarca, y por eso desde lo político es parte de la Unión Europea, desde lo geográfico es Norteamérica.

Groenlandia pertenece fue el primer territorio americano adonde llegaron los europeos. Se trataba de Erick El Rojo, un líder vikingo que pisó América cinco siglos antes que Cristóbal Colón. Desde principios del segundo milenio de nuestra era, este territorio estuvo ligado a Noruega y luego a Dinamarca a través de la Unión de Kalmar. Ya en el siglo 19 pasó a ser una colonia danesa y en 1953 pasó a formar parte integral de Dinamarca. Hoy tiene una autonomía que le concede un autogobierno.

El jueves pasado, Trump se reunió con Mark Rutte, secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, y le ratificó su intención de anexar Groenlandia, de una u otra forma, por considerar a la isla fundamental para la seguridad de Estados Unidos.

Como hemos dicho en esta columna en otras oportunidades, controlando Groenlandia, Estados Unidos acrecentaría enormemente su presencia en el Ártico, y de esta manera la amenaza contra Rusia.

Pero desde la isla de hielo, donde viven escasamente 60 mil personas, llegó otro repudio como respuesta contundente, similar a la del gobierno de Canadá. Los líderes de los cinco partidos políticos con representación parlamentaria, emitieron un comunicado conjunto en el que dicen: “Nosotros —todos los jefes de partido— no podemos aceptar las declaraciones repetidas con respecto a la anexión y el control de Groenlandia”.

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