Un estudio liderado por investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid, el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y la Universidad de Coimbra (Portugal) ha reconstruido virtualmente la caja torácica del neandertal Shanidar 3 y la ha comparado con la de otro neandertal de la misma región, Kebara 2, y con 58 individuos de ‘Homo Sapiens‘ de distribución mundial.
Los investigadores emplearon técnicas de morfometría geométrica tridimensional para analizar diferencias de forma y tamaño entre la caja torácica de neandertales y humanos modernos. Además, evaluaron la relación alométrica entre ambas variables mediante análisis estadísticos, como pruebas de permutación y agrupamiento jerárquico.
Los resultados, publicados en ‘Journal of Human Evolution’, cuestionan la hipótesis de que la morfología torácica neandertal sea exclusivamente una adaptación al frío.
Una morfología robusta
Los resultados revelan que Shanidar 3 presenta una caja torácica con forma de campana, un rasgo característico de los neandertales, con mayor expansión anteroposterior y mediolateral en su parte inferior en comparación con ‘Homo Sapiens’.
Esta estructura es similar a la de Kebara 2 y se asemeja más a individuos de ‘Homo Sapiens’ adaptados a climas fríos. Sin embargo, en términos de tamaño, los neandertales solo mostraron diferencias significativas respecto a humanos modernos de regiones templadas o tropicales, pero no en comparación con los adaptados al frío.
Estos hallazgos ponen en entredicho la idea de que la caja torácica neandertal evolucionó como una adaptación exclusiva a entornos fríos. Tanto Shanidar 3 como Kebara 2 habitaron el este de la Península Ibérica, una región de clima cálido, durante el Pleistoceno Superior.
Los investigadores sugieren que las diferencias en la forma torácica podrían estar más relacionadas con variaciones funcionales en la respiración que con factores climáticos, con los neandertales dependiendo en mayor medida de la acción diafragmática en comparación con los humanos modernos.
El estudio concluye que la robustez torácica de los neandertales responde a una combinación de factores evolutivos que no pueden explicarse únicamente por la adaptación al frío, abriendo nuevas preguntas sobre su fisiología y modo de vida.