El Rey apela a la responsabilidad de cada ciudadano para preservar la convivencia democrática y no polarizar

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El discurso del jefe de Estado de esta Nochebuena ha sido diferente a otros años. Normalmente, Felipe VI repasa los acontecimientos más importantes de los últimos 12 meses, dentro y también fuera de España, pero esta vez el Rey desde el primer minuto de su intervención ha dejado claro que quería focalizarse en un asunto: la necesidad de proteger la «convivencia democrática».

Felipe VI, en el Salón de Columnas del Palacio Real, durante el discurso de Nochebuena. / Casa del Rey

El Monarca ha aprovechado su discurso más personal del año, en el que se dirige directamente a los ciudadanos, para advertir de la «fragilidad» de la convivencia y de lo necesario que es cuidarla en tiempos de polarización. Si en otras ocasiones se ha quejado del ruido generado por los políticos, esta vez ha apelado a cada español de forma individual. «Preguntémonos, sin mirar a nadie, sin buscar responsabilidades ajenas: ¿qué podemos hacer cada uno de nosotros para fortalecer esa convivencia? ¿Qué líneas no debemos cruzar?», ha lanzado como reflexión a los millones de espectadores que acostumbran a ver el discurso en directo antes de sentarse en la mesa para cenar entre cuñados y suegros.

«Estoy hablando de respeto en el lenguaje y de escucha de las opiniones ajenas», ha continuado. Y, en ese contexto, ha hecho la única referencia indirecta a los escándalos de comisiones ilegales y de acoso sexual que han sacudido sobre todo al PSOE estos últimos meses: ha reclamado «especial ejemplaridad en el desempeño del conjunto de los poderes públicos». El mensaje ha llegado de forma oblicua, sin señalar a nadie y sin mencionar la palabra ‘corrupción‘, un término que también se ha conocido en la Casa del Rey estos últimos años de la mano de Iñaki Urdangarin, exmarido de la infanta Cristina, que pasó por la cárcel por ello, y del propio Juan Carlos I, que no fue condenado pero sí investigado por la fiscalía por presuntas comisiones ilegales, donaciones no declaradas y dinero en paraísos fiscales. De hecho, ambos han alterado la vida interna de la Zarzuela estas últimas semanas con titulares periodísticos y noticias sobre los libros que han escrito para fijar sus relatos: el emérito ya lo ha publicado y Urdangarin lo sacará en febrero. Felipe VI no habla de ninguno de los dos asuntos, tampoco de su padre pese a que este año se han celebrado los 50 años que llegó al trono.

«Acuerdos y renuncias»

En su discurso, Felipe VI reclama que las ideas propias nunca se expresen como «dogmas» ni se vean las propuestas ajenas como «amenazas«. «Avanzar consiste en dar pasos, con acuerdos y renuncias, pero en una misma dirección», añade, pensando en el «bien común». Recuerda las cesiones de la época de la Transición y tercia en el debate social que se está dando estos meses sobre si las generaciones de los mayores sufrieron más o menos para vivir dignamente que las de los jóvenes de hoy en día. «Cada tiempo histórico tiene sus propios desafíos. Los caminos fáciles no existen. Los nuestros no lo son ni más ni menos que los de nuestros padres o abuelos», afirma después de admitir que los actuales son momentos «ciertamente exigentes» por el «aumento del coste de la vida», «el acceso a la vivienda», la «incertidumbre laboral» que generan los avances tecnológicos y las consecuencias del cambio climático. Pese a estas dificultades, considera que todas las generaciones «son necesarias para avanzar de forma justa y cohesionada» y pide a todas recorrer el camino sin «miedo».

Exhorta a todas las generaciones a que arrimen el hombro para poder avanzar de “forma justa y cohesionada” 

El Rey no ha hecho referencia a las guerras de Gaza y Ucrania a las que tantos discursos ha dedicado estos últimos años. Tampoco al golpe al tablero geopolítico que ha dado Donald Trump, presidente de Estados Unidos, ni a la ola de ultraderecha que recorre el planeta. El Monarca se limita a decir que vivimos en un «mundo convulso» donde el «multilateralismo y el orden mundial» pasan horas bajas y las «sociedades democráticas» atraviesan una «inquietante crisis de confianza». Esta realidad, la «falta de confianza», la «desinformación» y el «desencanto con el presente» y las «dudas» del futuro están nutriendo, advierte, los «extremismos, los radicalismos y populismos». Y ese riesgo, apunta, ya se sabe cómo puede acabar, con «consecuencias funestas». Por ello, apela a cada uno de los ciudadanos a «preservar la confianza» en la «convivencia democrática» y a actuar en consecuencia en el día a día.

Como es habitual, ha cerrado deseando Feliz Navidad en las lenguas cooficiales y con un mensaje optimista, en este caso, remarcando la «creatividad«, la «capacidad de trabajo» y el «sentido de la justicia y de la equidad» que detecta en una sociedad profundamente europeísta. «Somos un gran país. España está llena de iniciativa y de talento», subraya, antes de añadir que está seguro de que se podrán alcanzar los «objetivos» si se abordan «juntos».

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