El Real Madrid acaba el año con una victoria que no cambia su triste realidad

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No es nada habitual, pues no destaca el Santiago Bernabéu por la expresividad de su sonido, menos aún en partidos de Liga, pero la última cita del Real Madrid en este 2025 para el olvido bien se podría haber consumido en forma de audiolibro. Allí, en las gargantas de los aficionados blancos, estuvo todo. La pitada al equipo por un cuarto de hora inicial infame, la euforia por el golazo de cabeza de Bellingham, el efecto de la propaganda del club sacando a relucir a Negreira justo antes de que Rodrygo esquivara la segunda amarilla, los murmuros de preocupación ante las paradas salvadoras de Courtois… Así, hasta acabar abucheando a Vinícius cuando fue sustituido.

Fue la manera que tuvo el Real Madrid, como grupo de individuos que conforman la institución, de confirmarle al mundo que está desquiciado. Ganó al Sevilla, sí, pero una noche más no fue capaz de disimular la sensación de que el proyecto de Xabi Alonso está caducado, en un descuento que se agotará cuando Florentino Pérez se avenga a bajarle el dedo a su técnico. Mientras tanto, alarga una agonía en la que va sumando victorias pírricas como la de Vitoria, como la de Talavera, como la que este sábado padeció un Sevilla cuyo mérito, con la plantilla tan justa que tiene, reside en llegar a Navidad alejado del descenso.

Pitada a los 7 minutos

En el minuto 7, justo antes de que se entonara el clásico «Juanito, maravilla», el Bernabéu ya sintió la necesidad de pitar a sus jugadores. Dos claras llegadas consecutivas del Sevilla, en sendos episodios de desconcentración y desidia defensiva de los blancos, desataron un primer bote de ira que no fue a más por la impericia de los atacantes hispalenses: se tropezó Alexis en la primera, falló el remate Isaac en la segunda.

El delantero del Real Madrid Kylian Mbappé (d) disputa un balón con el delantero del Sevilla Alexis Sánchez (i) durante el encuentro de la jornada 17 de LaLiga entre Real Madrid y Sevilla FC celebrado este sábado en el estadio Santiago Bernabéu, en Madrid. / Javier Lizón / EFE

Arreciaron los abucheos poco después, cuando Vinícius (nulo toda la noche, otra más) decidió convertir un ataque prometedor por sus dominios en un soliloquio ronco, también cuando Asencio, este sábado lateral derecho, le regaló un balón al Sevilla en el centro del campo. Síntomas, todos ellos, de un equipo desnortado que solo se sostiene, cuando lo hace, por la descomunal calidad individual de algunos de sus jugadores.

Es este Sevilla de Matías Almeyda, en cambio, un equipo aguerrido, comprometido y con las ideas claras, atributos que para sí quisiera el Real Madrid, pero con una alarmante falta de calidad técnica que le limita horrores. En el Bernabéu, en concreto, le imposibilitó aprovechar su buen arranque para ponerse por delante.

Bellingham celebra su gol con la grada del Bernabéu. / Manu Fernandez / AP

Tampoco fue el Madrid un alarde de nada, claro, tan etéreo con el balón como de costumbre en los últimos tiempos, sin más profundidad que le aportaba Fran García a cuentagotas, bien marcado Vinícius por Carmona, pero un cabezazo de Bellingham, tras una falta lateral botada por Rodrygo le bastó para adelantarse antes del descanso.

«¡Negreira, Negreira!»

El propio Rodrygo, con un piscinazo, quiso buscar un penalti para el segundo. El árbitro, que no se dejó engañar, le amonestó y el Bernabéu se puso a cantar «¡Negreira, Negreira!» y «¡Corrupción en la Federación!». Nada se cantó poco después, claro está, cuando el ’11’ blanco se jugó la segunda amarilla en una entrada temeraria sobre Marcao.

Seguramente Almeyda vio esa jugada, entró en cólera, y por eso acabó siendo expulsado por el árbitro en el túnel de vestuarios. El 1-0 se mantuvo durante un buen rato porque Mbappé, que no falla nunca, falló dos clarísimas y porque Courtois, que tampoco falla nunca, encadenó todas las intervenciones salvadoras que hicieron falta ante los boquetes que abrían sus defensas. Y porque Alexis tiene 37 años y no 27, claro.

El Sevilla era un quiero y no puedo, agudizando el segundo de los verbos tras la expulsión de Marcao a 20 minutos del final. Lo intentó hasta el final con opciones, ahí su mérito, ahí el desdoro para un Real Madrid que amarró los tres puntos con un penalti transformado por Mbappé en el 86. En el día de su 27º cumpleaños, lo celebró rindiendo tributo a Cristiano, a quien igualó como máximo goleador madridista en un año natural: 59 tantos. Él sigue marcando, Courtois sigue parando, Xabi Alonso sigue temblando y el equipo sigue sin saber a qué juega. El Real Madrid, pese a la victoria, no cambia su triste realidad.

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