Del rock’n roll del Real Madrid a la «cabeza cuadrada» de Xabi

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Solo hay una cosa más predecible que el juego del Real Madrid, las ruedas de prensa de Xabi Alonso. En Vallecas compareció serio, uno diría que hasta enfadado, tras encadenar su segundo tropiezo consecutivo después de la derrota de Anfield. Carlo Ancelotti era sobrio en la derrota, pero su inteligencia emocional le invitaba a ser didáctico, más allá de exculpar a los jugadores y asumir a los futbolistas. El de Tolosa es parco en palabras, previsible en sus explicaciones e incluso algo avinagrado en el tono al responder las preguntas que selecciona en sala de prensa donde su jefe de comunicación elige caras conocidas para intentar que no le puedan incomodar.

Ni rock’n roll ni cintura

En la rueda de prensa de Vallecas se confirmó lo que muchos llevan semanas advirtiendo dentro del Real Madrid: «Xabi no tiene cintura». Las cosas son como las dice Xabi o no son. Hasta el punto de que en los despachos y entre trabajadores de Valdebebas se le califica de «cabeza cuadrada» por su falta de predisposición a aceptar propuestas que llegan de fuera de su grupo de trabajo. Alonso prometió en Estados Unidos rock’n roll en su Real Madrid y a estas alturas, en el que suma 21 encuentros al mando de los blancos con 17 victorias, se podría decir que su propuesta está más cerca de la música de ascensor que de cualquier canción de AC/DC o de Bruce Springsteen.

En la angosta sala de prensa de Vallecas el donostiarra se limitó a apuntar, con rostro muy circunspecto: «Sabemos dónde estamos y en los momentos buenos y en los malos hay que saber equilibrar, la temporada es larga. La exigencia es máxima, pero convivimos por ella y nos preparamos para ella». Una generalidad más de las que respondió en las ocho preguntas que se le hicieron.

El Real Madrid se ha desdibujado tras la goleada encajada en el Metropolitano, después de la cual tuvo un encuentro esclarecedor con Florentino Pérez. No era el primero, porque ya había tenido una reunión previa en la que el presidente le informó de algunas cosas que le chirriaban. No se había estrenado septiembre en aquella primera conversación. Hasta la goleada en el Metropolitano el Real Madrid era un equipo que proponía una presión alta y asfixiaba a los rivales en su campo para robar y armar ataques vertiginosos. Se adivinaba una idea novedosa de juego, al tiempo que una propuesta quizá demasiado exigente para unos futbolistas que no están acostumbrados a sacrificarse tanto, especialmente sin balón. Después de ser goleados en el coliseo rojiblanco, ganaron al Kairat en Kazajistán, doblegaron al Villarreal en casa y al Getafe en su campo, pasándolo mal. Luego llegó el ‘Clásico’, con el Madrid defendiendo en bloque bajo en el Bernabéu, y una goleada a un Valencia ruinoso, antes de la derrota en Anfield y el empate en Vallecas.

Xabi Alonso da órdenes a sus jugadores en el partido entre el Rayo Vallecano y Real Madrid / DPA vía Europa Press / DPA vía Europa Press

Hace muchos partidos que el Real Madrid no es un equipo reconocible desde la propuesta que Xabi abanderó en los primeros partidos. El primer Madrid del tolosarra, el del Mundial de clubes, era más valiente, estaba cómodo con tres centrales y carrileros que llegaban mucho arriba. Un grupo comprometido en el que su entrenador apostaba por la meritocracia y no tenía miedo a sentar a ninguna estrella. Hoy no queda ni rastro de aquel Madrid porque el equipo arrastra los vicios que condenaron el año pasado a Ancelotti. Su once tiene titulares que no se han ganado su titularidad mientras otros meritorios se desesperan en el banquillo.

El equipo ha entrado en una fase anodina de juego, donde se habla más de cómo los jugadores se llevan con Xabi que del juego del equipo. Y todo debido al desafío público de Vinícius al entrenador, en el que el club ha dejado correr el conflicto sin apoyar públicamente a su entrenador. Es más, el Madrid le advirtió al vasco que en ningún caso sancionaría al brasileño y que debía solucionar él mismo el asunto. Cosa que ha hecho tragando saliva y mirando a otro lado para poner a Vinícius en el campo, por más que el brasileño se haya convertido en un jugador tan intrascendente en el césped como influyente fuera de él.

Sorprende que Xabi haya dejado de ser el técnico valiente que era. Le sorprende incluso a un vestuario que creyó en su apuesta por la meritocracia y en el que ya ha perdido esa jerarquía que se había ganado al inicio de la temporada. Tampoco tiene el respaldo del club, donde su poca cintura ha provocado que le comparen con Rafa Benítez, el técnico que provocó su salida del Liverpool y que salió del Madrid en enero, después de empatar con el Valencia. Xabi se mantiene líder en la Liga, su mejor salvavidas a estas alturas de la temporada, en la que ni la directiva ni le respalda ni la afición ha terminado de enamorarse de su proyecto. Y es que el Real Madrid ha pasado del rock’n roll de Xabi a su «cabeza cuadrada».

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