Hace muchos años, cuando Hollywood vivió una de sus mejores épocas -tal vez una de las últimas- Un toque de distinción (1973), con Glenda Jackson y George Segal, planteaba algo que La guerra de los Roses original, y ahora Los Roses abordan más como central, más como carozo que como cáscara: los vaivenes, las idas y vueltas de las parejas enamoradas.
En aquel filme Jackson y Segal eran amantes, pero los Roses que componían Kathleen Turner y Michael Douglas y ahora Olivia Colman y Benedict Cumberbatch son un matrimonio. No podemos decir un matrimonio hecho y derecho, porque ya sabemos que se llevan como el demonio.
Bueno, tal vez en parte sí como un matrimonio hecho y derecho.
No es una estricta remake del filme con Michael Douglas
Los Roses no es exactamente un remake de la ácida comedia de humor negro de Danny DeVito de 1989. No por nada Jay Roach, el director de la saga de Austin Powers y La familia de mi novia, le quitó las palabras La y guerra a su película, que sigue basándose bastante libremente en la novela de Warren Adler.
Los protagonistas ya no tienen los mismos nombres que los personajes de Turner y Douglas. Ivy y Theo ahora componen un matrimonio de británicos que se mudan a los Estados Unidos. Apenas se conocen, él un arquitecto de brillantes ideas, revolucionario y exitoso, ella una chef con muy poca, por no decir ninguna confianza en sí misma, de manera fortuita a los 3 minutos están haciendo el amor en la cámara frigorífica del restaurante donde trabaja Ivy.
Una pista, ni bien arranca el filme
Una pista de lo que será Los Roses nos la da la escena con la que abre la película. Ivy y Theo están en una consulta de terapia de pareja, en la que la terapeuta les pidió que escribieran las 10 cosas que aman uno de lo otro. Y se dicen barbaridades. Cuando salen, las sonrisas, sardónicas y llenas de ironía, nos dan a entender que son una pareja a la que la malicia le sienta más que bien.
Ya hubo comedias en las que los roles deben cambiar cuando a uno no le va bien en su profesión, y por necesidades económicas el que cuida la casa y a los chicos es el otro. El asunto con Los Roses es que ese cambio es muy rápido, no hay penurias económicas como sí suele suceder en matrimonios más reales que éste de la ficción, y los celos de Theo por el éxito del emprendimiento culinario de Ivy lleva a una fricción traída de los pelos.
Y si Los Roses no tiene la palabra guerra en su título es porque, más que una guerra, lo que se desata es una escaramuza, un combate cuando el término divorcio se escucha por primera vez. Así, la confrontación entre ellos no toma ni la mitad de la proyección.
No son Turner y Douglas, ni Meg Ryan y Tom Hanks
Acá lo que hace falta sí o sí es que la química que había entre Jackson y Segal, entre Turner y Douglas -o entre Meg Ryan y Tom Hanks en cualquiera de sus comedias románticas- prenda una chispa y se encienda la comedia, negra o blandita.
Colman y Cumberbatch son enormes intérpretes de esta generación de actores británicos, pero Roach no logra que la química se encienda. Están muy bien cada uno en su papel, pero son Ivy y Theo, muy pocas veces son los Roses.
Con todo, Los Roses es una comedia inteligente, bien del siglo XXI en el que las problemáticas de pareja no son solo las mismas de siempre. Las parejas que cumplen los roles secundarios, esos que suelen servir de soporte e impulsar a los protagónicos no están del todo logrados, por lo que solo nos queda ver y disfrutar a Colman y a Cumberbatch por separado. La peleíta por la casa, con un guiño a la araña del final de La guerra de los Roses, es un tema de fondo.
“Los Roses”
Buena
Comedia / Sátira. Reino Unido / Estados Unidos, 2025. Título original: “The Roses”. 105’, SAM 16. De: Jay Roach. Con: Olivia Colman, Benedict Cumberbatch, Andy Samberg, Kate McKinnon. Salas: Hoyts Abasto y Unicenter, Cinemark Palermo, Cinépolis Recoleta, Houssay, Avellaneda y Pilar, Showcase Norcenter, Belgrano, Haedo y Rosario.