«Estamos en manos del viento y con nuestra familia en el frente»: la angustia de los vecinos de La Garganta

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Tras una noche en la que el viento avivó la virulencia de las llamas, el incendio declarado en Jarilla ha vuelto a complicar la situación en la zona de Hervás. El fuego ha rebasado la línea de defensa y avanza hacia Candelario (Salamanca). La preocupación se ha extendido a la localidad de La Garganta, en la frontera entre Extremadura y Castilla y León, puesta en prealerta ante la posibilidad de una evacuación.

Las maletas están hechas y un autobús permanece estacionado frente al ayuntamiento, preparado para una salida rápida si las autoridades lo ordenan. El ambiente es de incertidumbre y desasosiego: no solo por la amenaza que se cierne sobre el municipio, sino porque muchos de los vecinos tienen a sus familiares colaborando en la extinción.

“La angustia es no tener noticias”

Es el caso de Rocío Neila, cuyo marido trabaja de voluntario en las tareas de apoyo: “La preocupación es constante, pero ni siquiera podemos hablar con ellos porque deben mantener los teléfonos apagados, para no interferir con las comunicaciones de los equipos aéreos. Solo sabemos que están allí, trabajando, y eso te mantiene con la angustia de no tener noticias”.

Neila asegura que no teme que las llamas alcancen el casco urbano, aunque “estamos en manos del viento”, reconoce. Explica que muchos vecinos, ganaderos en su mayoría, están trasladando a los animales de la parte alta del término, conocida como el Corral de los Lobos y sus alrededores, por si el fuego avanzara hacia allí. Resume la situación con dos palabras: “descontrol y desbordamiento”.

Más que lo material, lo que le inquieta son las personas: “Perder una casa duele, claro, pero lo material se recupera. Una vida, la de un vecino, un familiar, un amigo, eso no. Aquí todos estamos en vilo porque en las labores de extinción hay de todo: chavales de 16 años, mujeres, hombres mayores… cada uno ayudando en lo que puede. Eso es lo que más duele, pensar que alguien pueda salir herido”.

La fuerza del voluntariado

Y es que este es uno de esos pueblos ‘de corazón’, una gran familia de apenas 300 habitantes, cuenta la concejala de Cultura y Turismo, Olivia Barros, quien subraya ese espíritu colectivo: “Estamos organizando bocadillos, fruta, agua y coches que suben continuamente a las zonas más cercanas para abastecer a los equipos. La gente joven está entregada, nadie se queda quieto”.

Barros explica que cuentan con un gran despliegue de medios aéreos y terrestres, pero destaca la participación de los voluntarios. “Hay mucha gente deportista, porque este es un pueblo de montaña, y conocen bien el monte. Están orientando a los bomberos para que puedan moverse más rápido por una zona que desconocen. Incluso la Guardia Civil nos ha reconocido que ese apoyo es muy valioso porque facilita y agiliza el trabajo”.

La amenaza de La Muela y Balozano

La concejala advierte de los puntos más delicados del incendio dentro del término municipal: “El fuego avanza desde Hervás hacia Candelario y tiene una longitud de unos tres kilómetros dentro de nuestro término. Nos preocupa especialmente la zona del río Balozano, de gran valor natural y ganadero, y también La Muela, una parte del monte: si las llamas llegan allí, podrían alcanzar después el Corral de los Lobos, justo en la parte alta del pueblo, donde está el mirador y buena parte de nuestros recursos turísticos».

Barros insiste en que lo prioritario es la seguridad: “Lo esencial ahora es que el fuego se frene antes de que pueda acercarse al pueblo. Lo primero es la población, pero también duele pensar en las casas, en los animales, en el paisaje que es nuestra vida diaria. Todos deseamos que esta pesadilla se detenga cuanto antes”.

Un cortafuegos hecho por los vecinos

El alcalde de La Garganta, Juan González, ha destacado cómo, en apenas un día y medio, los vecinos han conseguido levantar un cortafuegos de seis kilómetros de longitud y setenta metros de ancho. “Viendo lo que estaba ocurriendo en Jarilla y en otros pueblos, entendimos que había posibilidades de que el incendio avanzase hacia aquí. Ante esa situación decidimos convocar a voluntarios y nos sorprendió la respuesta: pensábamos que acudirían unas veinte personas, pero se presentaron cerca de doscientas, no solo del pueblo —que tiene 350 habitantes—, sino también de localidades vecinas como Béjar”, detalla.

El regidor subraya la importancia de esa participación masiva: “Al terminar vimos en sus caras la satisfacción de sentirse útiles. La gente estaba con una tensión enorme y, al poder ayudar, encontraron alivio en esa utilidad”.

Aunque el cortafuegos se ha convertido en una de las principales defensas del municipio, González advierte de que la incertidumbre continúa: “De momento, el fuego no lo ha sobrepasado y se está atacando desde allí. Pero sabemos que en un incendio nada está asegurado. Ayer mismo parecía que estaba controlado y, de repente, se desató otra vez”.

Preocupación palpable

En la zona de El Puertecito, en una carretera llamada Alto de la Garganta que se sitúa en la parte superior de la localidad, está Samuel Mandado. Dedicado a la construcción y las excavaciones, explica su presencia en la zona: “Estoy aquí porque es donde arranca la pista que va hacia el incendio, hacia La Jara y La Muela, en Extremadura, justo en el límite con Salamanca”.

Esta mañana, Mandado ha acudido como voluntario con su propio equipo de máquinas para colaborar en la extinción del incendio y en cualquier apoyo que necesite el pueblo o las localidades vecinas. “Estamos a la espera de que lleguen las personas que coordinan la intervención y nos indiquen qué hacer o dónde ubicar las máquinas”, explica.

Su labor principal consistirá en hacer cortafuegos, con la intención de frenar el avance de las llamas hacia las zonas más cercanas al pueblo. “Al menos intentarlo”, añade. La preocupación de los vecinos es palpable: “Hay mucho miedo, tanto en La Garganta como en Baños de Montemayor, de donde soy yo y que está más abajo”, asegura.

Este vecino se mantiene tranquilo pese a la situación: “He vivido muchas emergencias en mi vida, pero nunca con fuego. Sí con nieve o inundaciones, pero esto es completamente diferente”.

También explica detalles del entorno. La ruta de La Muela, recientemente acondicionada con una vía ferrata, es una de las rutas senderistas más conocidas del norte de Extremadura. “Allí hay mucho ganado y hay zonas que se encuentran cerca del fuego, por lo que es necesario moverlo a otras partes que sean seguras”, señala.

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