Llegan estas fechas y hay al menos dos lugares comunes: los repasos de lo que fue el año que termina y los deseos para el año que comienza. En cuanto al repaso, nos deja saldos negativos por todos lados. Y en cuanto a los deseos, bueno, los deseos van por una vía, y los análisis por otra distinta.
El 2025 fue un año signado por dos fenómenos: Donald Trump, y el Genocidio Palestino.
El 20 de enero asumió su segundo mandato un Trump mucho más recargado que el del primer mandato. Ese día dijo que sería el Día de la Liberación y que empezaba la edad de oro para Estados Unidos. Casi un año después, su popularidad está en caída y la mayoría de los estadounidenses desaprueba su gestión, principalmente por el manejo de la economía. La inflación crece y el miedo de muchos inmigrantes (legales e ilegales) afecta la actividad económica. Además, la mayoría de los ciudadanos vio afectado su derecho a la salud.
Ya desde el principio de su mandato, Trump arremetió con un duro ajuste y recortó notablemente la cantidad de empleados públicos como también los programas estatales en distintas áreas, principalmente salud y educación. El encargado de la motosierra mileísta a la yanqui fue Elon Musk, que duró poco y en mayo ya se fue del gobierno, peleado con el presidente.
En política exterior, Trump arrancó con todo, amenazando con ocupar por la fuerza el Canal de Panamá, convertir a Canadá en su estado número 51 y ocupar Groenlandia, que pertenece a Dinamarca.
En febrero hubo elecciones en Alemania, y por primera vez desde el fin de la Segunda Guerra Mundial el neonazismo entró en el Congreso, transformándose en segunda fuerza política.
El 21 de abril, lunes siguiente al Domingo de Pascuas, murió el Papa Francisco, dejando una Iglesia renovada y más cercana a los pueblos de la que encontró 12 años atrás. Sobrevino uno de los cónclaves más rosqueros de la historia, de donde salió electo Rovert Prevost, estadounidense / peruano, quien asumió con el nombre de León XIV. Fue un guiño a la Doctrina Social de la Iglesia, obra de León XIII a fines del siglo XIX. Sin embargo, se vio un papa muy distinto al argentino, mucho más callado y menos frontal en muchos aspectos.
En junio Estados Unidos e Israel atacaron a Irán de improviso, sin justificación, lo cual mereció una respuesta de la república islámica con una andanada de drones contra Israel. Además, la ONU declaró oficialmente la hambruna en Gaza y consideró el hambre como un arma de guerra usada por Israel en su genocidio contra el pueblo palestino.
En julio Trump extorsionó a sus socios de la OTAN y los obligó a subir al 5 % el porcentaje de sus presupuestos destinados a armarse.
En agosto comenzó el despliegue naval de Estados Unidos en el Caribe, amenazando a Colombia y Venezuela y asesinando extrajudicialmente a más de 100 personas acusadas sin pruebas de ser narcotraficantes.
En setiembre fortalecieron su alianza China, Rusia e India, con distintas ideologías, signos políticos e, incluso, con problemas entre sí. Pero conscientes de la amenaza estadounidense, fortalecieron su alianza estratégica.
También sufrió una dura crisis de gobernabilidad Emanuel Macron en Francia, y la Generación Z incendió literalmente Nepal, quemando y linchando a algunos de sus gobernantes.
En octubre se decretó el alto el fuego en Gaza, no cumplido por Israel, que desde entonces lleva asesinados a más de 500 civiles palestinos.
Por último, en el proceso electoral de Chile, entre la primera vuelta de noviembre y el balotaje de diciembre, fue electo el ultraderechista José Antonio Kast.
En materia de conflictos, el Instituto para la Economía y la Paz marcó que en el 2025 se incrementó la militarización un 2,5% y que hoy hay en el mundo 59 conflictos activos, 3 más que en 2024 y el mayor número desde la Segunda Guerra Mundial.
Por supuesto sobresale la Guerra de Ucrania, que está por cumplir tres años y en 2025 dejó 12 mil civiles muertos. Y, por supuesto, el Genocidio Palestino perpetrado por el Estado de Israel, que la ONU cifra en 70 mil muertos y 200 mil heridos. Pero esas cifras oficiales podrían en realidad multiplicarse por 10.
Por último, dos recuerdos de grandes catástrofes fuera de lo común, que muestran a las claras que el cambio climático no es un invento, como sostienen tanto Trump como Javier Milei. Los incendios de enero y febrero asolaron Los Ángeles y una gran área de California, dejando decenas de muertos y miles de casas destruidas, entre ellas, muchas de personajes famosos de la música y el cine. Localidades célebres como Palisades, Malibú o Hollywood fueron arrasadas por el fuego.
Y en octubre el huracán Melissa tuvo más virulencia que otros de años anteriores, sembrando destrucción y muerte en República Dominicana, Jamaica, Haití y Cuba.
Los deseos para el 2026 son los mejores. Los análisis no tanto.
