La UE se atasca en la negociación para fijar un objetivo de reducción de emisiones antes de la COP30

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La Unión Europea quiere un acuerdo para un objetivo de reducción de emisiones de aquí a 2040 que le permita mantener su liderazgo en la lucha global contra el cambio climático en la cumbre del clima COP30 que empieza el próximo 10 de noviembre en Brasil, pero las diferencias sobre cómo alcanzarlo mantienen bloqueada la negociación. 

Pasadas las diez de la mañana de este martes, los ministros de medio ambiente de los Veintisiete se han sentado a la mesa en Bruselas. El objetivo: salir de la reunión con un objetivo de reducción de emisiones para 2040 que acerque al bloque a la neutralidad climática y un compromiso sobre su contribución al acuerdo de París de cara a la COP30. Al cierre de esta edición, ninguno había sido posible. 

Una amplia mayoría de países respalda reducir las emisiones un 90%; la discrepancia está en cómo hacerlo

Durante las primeras dos horas, uno a uno, los ministros han expuesto su postura. Una amplia mayoría de países ha respaldado reducir las emisiones un 90% durante los próximos quince años. Pero el diablo está en los detalles. Es en las condiciones necesarias para alcanzarlo y en cómo evaluar el cumplimiento del objetivo en lo que los Veintisiete no se ponen de acuerdo. 

En torno al mediodía, se han levantado de la mesa. Sobre los hombros de los daneses, que ostentan la presidencia rotatoria del Consejo, estaba buscar un acuerdo imposible que recoja todas las peticiones y logre el respaldo suficiente. Los ministros se han dado cita a las cinco de la tarde para discutir la nueva propuesta.

La propuesta

Antes de la reunión, los daneses habían puesto una propuesta sobre la mesa que mantenía el objetivo del 90% pero introducía algunas salvaguardas. Entre otras cosas, permitía adaptarlo si, por ejemplo, la capacidad de absorción de emisiones de los sumideros naturales —los bosques, los humedales…— era menor de lo esperado. 

También abría la puerta a crear una cláusula de revisión por si aparecen nuevas tecnologías o evidencias científicas. “Esto nos permitiría tomar medidas correctivas, incluida la posibilidad de revisar el objetivo de 2040, si fuera necesario”, ha explicado el ministro danés de clima, Laars Aagaard, al inicio de la reunión. 

En otras cuestiones sensibles para algunos países, como qué porcentaje de las emisiones se puede externalizar a terceros y a partir de cuándo, estaba todo por decidir. Además, Aagaard ha advertido que algunas de las peticiones de los países —que afectan por ejemplo a otras legislaciones— no pueden abordarse aquí. 

“Sé que estamos en un momento de inseguridad política, que a veces parece como si las placas tectónicas se movieran bajo nuestros pies”, ha dicho el danés. “Pero hoy, debemos marcar una dirección clara para Europa para los próximos años”, ha asegurado Aagaard. Una dirección que, de momento, sigue por definir. 

Las diferencias

Los ministros se enfrentaban a una negociación extremadamente compleja. El objetivo de reducción de emisiones para 2040 se traduce legalmente en una enmienda. Esa enmienda requiere una amplia mayoría en el Consejo, donde están representados los ministros, que después deberá negociar con la Eurocámara. El compromiso para la COP30, sin embargo, se acuerda por unanimidad

En esa primera ronda de intervenciones públicas previa a la negociación en la que todos los países han expresado su postura, la mayoría quiere un acuerdo. Pero todos tienen un pero. Italia quiere que el mecanismo para revisar la contribución de los sumideros naturales a reducir las emisiones sea muy específico. 

Para España, la línea roja es que el objetivo para 2040 siga siendo el 90%. Para Hungría, ese objetivo es “demasiado ambicioso y está desconectado de la realidad”, ha dicho la secretaria de Estado de medio ambiente, Anikó Raisz. Mientras que Polonia considera “una necesidad absoluta” un mecanismo que permita modificar el objetivo, ha dicho el también secretario de Estado, Krzysztof Bolesta. 

Los eslovenos no se oponen a que haya una cláusula de revisión, pero sí a que esta sirva para modificar el objetivo, en lugar de tomar nuevas medidas para garantizar que se alcance. Para otros, como República Checa o Lituania, lo que falta es solidaridad y tener en cuenta que la situación de cada país, los esfuerzos necesarios, no son los mismos. 

Francia se niega a aceptar ningún acuerdo en el que el máximo de créditos de emisiones internacionales esté por debajo del 5%. Mientras que Polonia, que se ha opuesto al texto que los daneses han puesto sobre la mesa, ha pedido llegar al 10%, y Finlandia se niega a que se mueva una coma del 3% que propuso la Comisión Europea. 

Por su parte, Suecia insiste en que cualquiera que sea la ley que salga de la negociación debe dar garantías y certidumbre a las empresas. “Desviarnos de nuestro camino hacia la neutralidad climática tiene consecuencias directas para la pérdida de inversiones y competitividad en Europa”, ha dicho la ministra Romina Pourmokhtari. 

Para una amplia mayoría de los ministros, no puede haber un compromiso para cumplir con el Acuerdo de París sino un objetivo para 2040. En este contexto, la dinámica política en la que cada voto cuenta hace mucho más compleja una negociación a veintisiete que, al cierre de esta edición, continuaba. 

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