Milei en la ONU. Un discurso en medio de la negociación de un salvataje trumpista

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En su intervención ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente Javier Milei desarrolló los ejes centrales de su línea política, centrada en la crítica al Estado y la defensa de un modelo de libertad individual y económica sin restricciones. A sala vacía, el mandatario argentino cuestionó duramente el rol de la ONU, afirmando que había abandonado su misión original para convertirse en un “gobierno supranacional de burócratas internacionales” que busca “imponerles a los ciudadanos un modo de vida determinado”.

Frente a esta perspectiva, Milei propuso cuatro principios rectores: el mandato esencial centrado en la paz internacional, la subsidiariedad que limite la intervención de la ONU, la diligencia institucional que implique recortes y auditorías, y la simplificación normativa para no obstaculizar el crecimiento económico. Un discurso en sintonía perfecta con el que en la jornada anterior había pronunciado Donald Trump, quien calificó a la ONU como una organización “inútil” y al cambio climático como “el mayor engaño del mundo”.

Mientras el presidente predicaba ante el mundo la no intervención y la soberanía nacional, su gobierno negociaba en privado un salvataje financiero con Estados Unidos, que otorgaría a ese país una injerencia sin precedentes en la política económica argentina. Horas antes de su discurso, el secretario del Tesoro estadounidense,Scott Bessent, detalló algunos términos de un acuerdo que incluye condicionalidades explícitas sobre políticas fiscales domésticas.

Esta contradicción se evidencia cuando Milei afirma que “los dirigentes prefieren hacer todo lo que está a su alcance para mantener el statu quo heredado, aunque sea a costa de las consecuencias futuras”, una descripción que parece aplicarse perfectamente a su propia estrategia de obtener financiamiento externo para sobrevivir políticamente hasta las elecciones de octubre, hipotecando la autonomía decisional del país.

La mención a Gaza, donde Milei reiteró “nuestra exigencia de liberación inmediata de los rehenes que aún permanecen cautivos”, avala, como lo ha hecho desde el momento cero, su posición en defensa al genocidio perpetrado por el sionismo contra el pueblo palestino. Del mismo modo, su reclamo por la soberanía de las Malvinas no cuenta con nada de credibilidad, cuando quien lo formula ha alineado a socios tradicionales y ha puesto la política exterior al servicio exclusivo de una alianza asimétrica con una potencia que históricamente ha respaldado la posición británica.

El discurso de Milei en la ONU, no tiene nada de una exposición soberana de los intereses de las mayorías trabajadoras. Es todo lo contrario. Las palabras del libertario son una justificación de una rendición financiera.

Lejos de representar un grito de independencia, su intervención fue la introducción de un sometimiento que compromete el futuro del país por décadas, en caso de que el salvataje se concrete. Mientras condenaba al “Estado que roba y destruye riqueza”, su gobierno firmaba un acuerdo que ata las manos del Estado argentino a los intereses del Tesoro norteamericano, en lo que constituye la más grave claudicación soberana de las últimas décadas.

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