Niño Becerra explica cuál es el producto más robado de los supermercados y por qué: «Aquí se ve una necesidad, un poder adquisitivo disminuido»

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Como cualquier economista sabe, la temperatura de una economía puede medirse en un lugar tan cotidiano como un supermercado. Lo que ocurre entre sus pasillos refleja de manera directa la situación de los hogares: qué se compra, qué se deja de comprar y en ocasiones hasta qué se roba.

En este contexto el economista Santiago Niño Becerra analizaba en el programa La Ventana de la Cadena SER los resultados de un estudio sobre hurtos en más de 10.000 establecimientos de toda España. El informe muestra qué productos han sido los más robados en 2023 y este año el resultado ha sorprendido: el aceite de oliva encabeza la lista, por delante incluso del tabaco, licores y vinos.

“El aceite no estaba en la lista. El año pasado hizo su aparición estelar y este año ya se ha colocado en el primer puesto”, explicaba Niño Becerra, subrayando que el cambio responde al fuerte incremento de su precio.

Otros artículos habituales en el ranking son los ibéricos, las cuchillas y cremas de afeitado, además de conservas de atún y bonito. Estos últimos por su coste elevado, llevan tiempo protegidos con alarmas antirrobo.

El economista señalaba que el auge del hurto de aceite no puede entenderse como un acto trivial, sino como un reflejo claro de la coyuntura actual: “Aquí se ve una necesidad, un poder adquisitivo disminuido”. Apuntaba a que mientras que una botella de whisky puede robarse por motivos diversos, con el aceite la explicación es distinta: “Todo el aceite está bastante caro, no es que se robe el más caro. Se roba aceite porque, en fin, todo está caro”.

La conversación derivaba hacia una cuestión más amplia: la relación entre crisis económica y robos en los supermercados. Niño Becerra lo expresaba de forma tajante: “¿Hay una correlación entre hurtos y crisis económica? Yo creo que claramente sí”.

Convertido en un bien de primera necesidad con precios disparados, el aceite de oliva se ha transformado así en un símbolo inesperado de la pérdida de poder adquisitivo de miles de familias en España.

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