«Para acabar con la competencia desleal, para proteger a nuestros comercios y para incitar al cambio de nuestro modelo de consumo actual», declaraba hace unos meses el ya ex primer ministro francés François Bayrou, tras anunciar su objetivo de incluir en los presupuestos de 2026 un impuesto sobre los pequeños envíos online con el objetivo de luchar contra las grandes plataformas chinas, como Shein o Temu.
Aunque parte de esta medida ahora queda en el aire tras la caída esta semana del Gobierno de Bayrou y la suspensión de su plan presupuestario, la lucha del país galo contra las grandes empresas chinas no desfallece y el Ejecutivo ha escrito este mes de septiembre a la Comisión Europea para que se dote urgentemente de «nuevos poderes» para actuar contra las plataformas de venta en línea que violan la legislación de la UE, apuntando específicamente a Shein, según una carta obtenida por AFP.
A esta batalla se suma la aprobación por el Senado el pasado junio –por amplia mayoría– un proyecto de ley conocido como la ley anti-Shein, destinado a regular los gigantes de la ‘fast fashion’. El texto pretende abordar tanto las consecuencias medioambientales y económicas de la llamada moda rápida como la injerencia comercial de China en el país.
La normativa, validada por las dos cámaras, prohibirá la publicidad de marcas que fomenten el consumo compulsivo de este tipo de moda y sancionará a creadores de contenido que la promocionen. Además, el Gobierno francés introducirá un sistema por puntos que evaluará el impacto ecológico de los productos, las emisiones generadas durante su fabricación y su reciclabilidad. Los artículos con mayor puntuación deberán pagar una tasa de unos 5 euros, cifra que podría aumentar a 10 euros en 2030. «Podemos establecer un paralelismo con el Nutriscore. Cada producto recibirá una puntuación que corresponderá a una penalización que la empresa deberá pagar», explicó Anne-Cécile Violland, diputada de Horizons e impulsora del proyecto de ley.
Aunque Francia se posiciona como el primer país en legislar contra la ‘fast fashion’, esta normativa no ha conseguido satisfacer a los grupos ecologistas, que la consideran tibia en comparación con la propuesta inicial, puesto que la ley libra de las sanciones a grandes empresas europeas como Zara, H&M y Kiabi.
Un primer paso que llega en un momento de profunda transformación para el sector de la moda en Francia, que en los últimos 12 años ha perdido 14.000 establecimientos y cerca de 47.000 empleos, según cifras de la Alliance du Commerce, mientras el ‘made in China’ continúa ganando terreno. Basta con ver el éxito que generó la tienda física efímera que abrió Shein el pasado junio en Dijon, ciudad al este del país, y que provocó una impresionante fila de clientes.
Proteger a las empresas y cambiar hábitos
Francia es ampliamente reconocida por la influencia que tiene en el mundo de la moda. Su reputación se ha construido a lo largo de siglos y se mantiene vigente en cada Semana de la Moda. Sin embargo, algunas cifras empiezan a inquietar a empresas y autoridades, de ahí que la ley anti-Shein no sea trivial.
Según los últimos datos, 9 de cada 10 compras francesas provienen de China. De todos esos paquetes entregados en Francia en 2024, unos 1.500 millones, 800 millones fueron «paquetes pequeños» con un valor inferior a 150€, muchos de ellos relacionados con la moda. A estos números se suma el alarmante dato registrado; cada segundo se desechan 35 prendas de ropa en Francia, según la agencia medioambiental del país, Ademe.
En el país de la moda, Shein alcanzó en 2021 el 6º lugar entre los e-comerciantes textiles, con una cuota de mercado del 2,6%, superando a H&M (2,4 %) y Zara (1,3 %), con especial éxito entre la generación Z. «Hemos trazado una línea clara entre lo que queremos regular, la moda ultra exprés (…) y lo que queremos preservar: la moda accesible pero arraigada, que emplea en Francia, que estructura nuestros territorios, que crea vínculos y sostiene un tejido económico local», subrayó la senadora de los Republicanos, Sylvie Valente Le Hir.
«Es verdad que cuando te paras a pensar en los efectos que tiene comprar en estas marcas te entra cierto remordimiento, pero los jóvenes no tenemos la capacidad de comprarnos ropa cara, para que en un año ya no estén de moda y no te lo pongas. La moda ahora va demasiado rápido», explica Paola, una joven residente en París.
Promociones engañosas
Shein también está en el punto de mira de las autoridades francesas por sus dudosas estrategias comerciales. La Comisión Nacional de Informática y Libertades (CNIL) solicitó una multa de 150 millones de euros por infracciones relacionadas con el consentimiento de los usuarios para el uso de cookies. Una posible sanción que se suma a la ya aplicada a principios de julio, de 40 millones de euros, después de que una investigación destapara prácticas comerciales engañosas.
La autoridad de competencia y antifraude (DGCCRF) detalló en sus investigaciones que la empresa china, lanzada en 2015 en Francia, utilizó «prácticas comerciales engañosas hacia los consumidores respecto a (…) reducciones de precios». En concreto, la investigación descubrió que Shein aumentaba algunos precios antes de bajarlos, lo que daba «a los consumidores la impresión de que están obteniendo una gran oferta». Un 11% de los descuentos eran en realidad «aumentos de precios», en un 57% de los casos no se ofrecía ninguna rebaja y en un 19% la caída de los precios era «menos significativa de lo anunciado», indicaron.
A esto se suma la curiosa similitud de sus diseños con los de marcas reconocidas. Shein lanza casi 7.000 nuevos productos al día, muchos de los cuales han generado denuncias de marcas como Lacoste o H&M por «falsificación y competencia desleal» y «violación de la propiedad industrial».
A pesar de estas sanciones, la popularidad de Shein no parece verse afectada. En 2024, el 35% de los franceses declaró haber comprado al menos un artículo en su sitio web, según el último estudio del Instituto Francés de la Moda (IFM).
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