Alimentación en Argentina: La distancia entre la dieta recomendada y la consumida

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Un reciente estudio del Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas (IETSE) revela con evidencia estadística un secreto a voces que sufren los hogares argentinos: la alimentación real está cada vez más lejos de lo que las guías oficiales consideran una dieta saludable y equilibrada.

El informe especial fue hecho durante el presente mes de agosto a partir de 3.750 encuestas de hogares distribuidas en las 23 provincias y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, lo que le otorga representatividad nacional.

El análisis comparativo entre los consumos recomendados (por la tabla nutricional oficial del Indec) y los consumos efectivamente registrados en hogares de cuatro integrantes permite identificar patrones de desviación significativos tanto por exceso como por déficit, que resultan ilustrativos de los condicionamientos socioeconómicos asociados. 

Entre otros resultados reveladores, el IETSE comprueba que “existe una marcada subalimentación en frutas, verduras y lácteos, comprometiendo el acceso a proteínas y vitaminas básicas”.

“Existe una marcada subalimentación en frutas, verduras y lácteos, comprometiendo el acceso a proteínas y vitaminas básicas”.

Por el contrario, se registra un “sobrecargado consumo de harinas, panificados y azúcar, con posibles efectos directos en la salud (obesidad infantil, diabetes y enfermedades cardiovasculares)”.

La dieta promedio de los hogares argentinos se reconfigura en torno a productos de bajo costo, como pollo, papa o pan, que si bien estos dos últimos pueden resolver temporalmente  la necesidad de saciar el hambre, lo hacen en detrimento de la calidad nutricional.

“La situación no es nueva, pero el sostenido deterioro del poder adquisitivo en el último tiempo la ha llevado a niveles alarmantes”, sostiene el informe dado a conocer este domingo.

La pérdida de ingresos, y la creciente desigualdad social, han profundizado la dependencia a productos más económicos y poco nutritivos.

Finalmente, el informe destaca que “la notable caída del poder de compra, convierte a la alimentación en un factor de exclusión: acceder a lácteos, carnes magras, frutas o verduras de calidad se ha transformado en un privilegio de minorías, mientras que la mayoría ajusta su dieta a la supervivencia”.

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