Por Martín Ávalos
(Escritor y periodista)
La dicotomía es contraria a la premisa quechua Ama Ckella (No seas perezoso) (1). La dicotomía simplifica imprudente e irresponsablemente la cosa. La dicotomía es usada por el vago que vivirá de tu cosecha. La dicotomía es la “respuesta” del maestro burócrata que no quiere enseñar a pensar. La dicotomía es alimentada por un poder que nos quiere inútiles útiles; esto es, inútiles dóciles y serviciales a la tarea de mantenimiento de ellos, los parásitos. La dicotomía tiene que estar penada por los seres libres que defienden la libertad de todos. La dicotomía no acepta grises, y mucho menos los colores del arcoíris. O es blanco, o es negro. Obviamente que el blanco es el bueno. Y Luis Franco es un peligroso para el poder gubernamental y económico, para las buenas costumbres que promueven las gentes de bien. Luis Franco promueve los colores: ¡qué espanto!
Antes y después de Caseros es un folleto que critica a Rosas y su gobierno. Básicamente es eso. Pero no por ello se pone en la vereda sarmientina. Lo dice bien clarito: los opositores a Rosas eran peor que él (palabras más, palabras menos, lo vamos a ver). Siempre recuerdo la charla con un grupo de estudiantes de 4to grado:
-Isabel Martínez de Perón era una inútil gobernando, por eso los militares la sacaron.
– ¿Entones hicieron bien los militares, chicos?
-Claro, ellos eran buenos, ellos sabían.
-Chicos, si algo no es de color blanco, ¿de qué color es?
– ¡Negro!
-Claro, entiendo. Pero puede ser amarillo, o rojo, o verde también. ¿O no?
– ¡Ah, sí, sí! Respondían con entusiasmo. ¡Mis angelitos! ¡Cómo amputamos creatividad y amor en las escuelas primarias!
Antes y después de Caseros
Nuestro agricultor, seguramente entre terrones de tierra seca en los Valles Calchaquíes catamarqueño, en un crudo invierno o un insoportable verano, pensó en la historia contada y aprendida, y debe haber sentido un chisteo de sarcasmo e ironía diciéndose: Cla, si la han contado ellos, los que no solo ganaron, ¡sino que además siempre mandaron! Pero él lo expresa mejor, diciéndonos cosas que aún hoy tienen vigencia:
“Sí, ya se ha dicho que la historia la escribe el vencedor. Más esta frase no expresa la integridad de los hechos. Si recordamos que, desde los orígenes propiamente históricos hasta hoy, toda sociedad lo ha sido de clases, esto es, organizada según una pirámide de encanto, por la cual una ínfima minoría engorda pomposamente con la flacura y el afán de una innumerable mayoría subyugada, entonces podemos decir más certeramente que la historia la escribe la clase propietaria o vampira, que ostenta la ley en una mano, y los argumentos militares y policiales en la otra”.
Cuando el lector lee a Franco, o a cualquiera, diciendo que la sociedad está dividida en Clases, se advierte la conciencia materialista en su teoría. No lo hemos dicho hasta ahora por parecernos innecesario, pero sí, Luis Franco ideológicamente adhería al Marxismo-Trotskismo. Quizás por ello, por su agudeza en la lectura de los hechos y los sujetos, L.F. puede plantear su desafección a Juan Manuel de Rosas, pero también a sus opositores conocidos. Quizás por ello se refiere a como se refiere no sólo a la historia sino también a sus instituciones que la vienen llevando adelante en la voz oficial. Dice:
“Desde luego, es necesario levantar el velo de una serie de mentiras convencionales, comenzando por la primera: la de que el estado representa al pueblo y los intereses de toda la nación. Sabemos en efecto, que la verdad es otra: que el estado como algo que pretende estar por encima de las clases, surgió precisamente de la división de la sociedad en dos clases, esto es, de la necesidad de sacramentar y resguardar el privilegio de la pequeña clase propietaria, de defender la propiedad privada contra el odio reivindicatorio de los expropiados y sus herederos. El estado, con sus códigos e instituciones y el tentacular aparato burocrático, es sólo “el comité ejecutivo de la clase dirigente”.
Sé que para una mente perezosa (también lo soy) poner en juicio a malvados, a toda su clase social, al Estado y sus instituciones, las iglesias, las conducciones burocráticas de sindicatos, clubes, asambleas vecinales, de artesanos, ambientalistas, de artistas, de poetas… – ¡Eh! Grita el miedo a la soledad. ¡Nos quedaremos solos! Y no es así, porque la Oscuridad no tiene salida y todas y todos, y todes, en algún momento buscamos la Luz.
Ahora, que la pereza, o miedo a la soledad, no nos lleve a apoyar a gobiernos, o personas, que nos empobrecen, económica o espiritualmente. Que la quita de apoyo a los gobiernos que nos diezman no nos lleve a fortalecer a gobiernos que persiguen opositores políticos y usan sus fuerzas de seguridad para matar a personas en manifestaciones, por más que reivindiquen los Derechos Humanos. El escribir sobre L. F. y su presente folleto no me obliga a producir un folleto de denuncia contra los últimos gobiernos nacionales que hemos tenido, pero tampoco me priva de no hacerlo. El odio a la burocracia del gobierno anterior, como país, nos llevó a elegir uno peor. ¿Es realmente peor? ¿Debemos volver al primero? ¡Jamás! Nadie está planteando eso frente a una Gendarmería que mató hermanos en la provincia de Formosa, por ejemplo. Debemos superar, sí, el actual estado de podredumbre humana y en descomposición frente a un universo de vida y cariño. La vida es natural, y con ello el amor, y lo social imperante, se convierte en la falta de esa vida y amor. El cielo nos mira con piedad canta Piero, y la poesía viene a llamarnos al verdadero triunfo.
Antes y después de caseros (II parte)
Volviendo al folleto del catamarqueño es oportuno sitar unos cuantos elementos de su línea de pensamiento que se creen de valía intelectual:
1ro: dice nuestro pensador y lector:
“Ahora bien, a quien tercie de la contienda libre de todos los prejuicios tradicionales y armado no solo de los mejores elementos de juicio y de la ecuanimidad de espíritu indispensable, sino de una macabea voluntad de no dejarse dar gato por liebre, no le será difícil llegar a los resultados generales siguientes:
Una revisión del rosismo muestra, por un lado, que el personaje central era mucho más tenebroso y vampiresco aún de lo aceptado, y con largos dedos de acaparador y prestidigitador comercial que no le conocíamos. (…)
Que los adversarios del sistema de Rosas, pese a las cuantiosas diferencias que los distanciaban de él, se nos aparecen ahora, en lo fundamental, sobre un plano de cuasi equivalencia.
Trataré de mostrar, siquiera a vuelo de pájaro como es fuerza, el cimiento de ambas aserciones.”
Y utilizando como argumento textos de opositores, secuaces, y del mismo Restaurador Juan Manuel, nos presenta las pruebas suficientes para comprender, libre de prejuicios como anticipó, la metida de perro de historiadores en esto del progreso civilizatorio.
La estrangulación la posibilidad revolucionaria de 1810; el endeudamiento por Rivadavia en 1824; resultan la antesala de la pérdida de libertad del Pueblo que con Casero en 1852 sólo sigue sufriendo la asfixia y el degüello de la clase chupasangre.
“Si, en 1852, al retirarse de Casero, en que sólo tomó parte detrás de unos anteojos de larga vista, Rosas se va a dormir a casa del ministro inglés, tan tranquilo como si ya estuviera a orillas del Támesis. Pocos días después, tocando tierra inglesa, el Comodoro Seymour lo recibe con una salva de cañonazos, homenaje no rendido a ningún soberano extranjero desterrado…”
Las desilusiones frente a nuestros próceres de plazas, calles, escuelas y billetes, son tantas que uno realmente no sabe si llorar o reír. Por lo pronto no ilusionarse y desconfiar de ellos puede servir.
En medio de tanta tiranía (Mazorca mediante), se extreman las medidas contra el Pueblo y sus desheredados. Por ejemplo, con el decreto del año 15: el trabajo en las estancias los desempeñaba negro y mestizos, por lo que el gaucho libre en tierra que ya no lo era resultaba un parásito y debía ser suprimido.
Martín Fierro lo experimentará medio siglo después:
Y luego si a alguna estancia
a pedir carne se arrima
al punto le cain encima
con la ley de la vagancia.
Ya decía unas páginas antes nuestro ensayista: Las dos piernas de la tenaza dictatorial son el soborno, para paralizar los escrúpulos, y el terror, para paralizar toda disidencia hereje.
Leía justo en estos días los Apuntes sobre la muerte de Horacio Quiroga de nuestro Poeta cordobés (otro tema pa desandar) José Rivera Indarte y parece que a él se debe el nombre de Mazorca al grupo parapolicial del Restaurador, ya que en un poema con el que pegatinó Bs As, y en el que adulaba a quién sería su gran opositor después, agregó un marlo de maíz haciendo referencia a la cabellera del estanciero, nuestro “gaucho de ojos azules”.
También sobre La Mazorca, busco palabras de Eduardo Galeano en Las Venas Abiertas de América Latina que creo haber leído alguna vez y me llama la atención la concesión a Rosas y sus medidas “proteccionistas” más también la crítica a intelectuales de izquierda en sus acusaciones al dictador. Evidentemente Rosas despierta muchas opiniones. Dudo siempre de las medidas populares de los gobiernos: te dan 50, te sacan 100 y te hacen devolver 200 por el préstamo. (¡Ojo! No seamos perezosos en pensar que aquí de mi parte va un rechazo a Galeano y una fe ciega a los intelectuales siniestros, ¿no?). por otro lado, Rosas en su tranquilidad de estanciero vivió retirado de la efervescencia revolucionaria de 1810 y sólo apareció después para militarizar su tiranía y asegurar, consolidar y expandir su economía; lejos queda el mote de tutor de gauchos, dice palabras más, palabras menos nuestro agricultor de libros.
Invitarlos a leer a Luis Franco, su poesía, sus ensayos, es invitarlos a sumergirse en nuestro verdadero pasado y el de sus seres pensantes y actuantes, sus repercusiones en el actual estado de cosas, y cuánto por aprender tenemos.
La premisa completa es Ama sua, ama llulla, ama ckella: no seas ladrón, no seas mentiroso, no seas perezoso.