Virgen de Urkupiña: de las montañas bolivianas a las calles de Córdoba

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Este viernes y sábado, Villa El Libertador vivirá dos jornadas en las que la fe, la música y el color se adueñarán de las calles. Alrededor de la parroquia Nuestra Señora del Trabajo, la comunidad boliviana y miles de vecinos rendirán homenaje a la Virgen de Urkupiña, en una fiesta que Córdoba adoptó hace 40 años y que combina la devoción católica con rituales ancestrales andinos.

La celebración arranca este viernes 15 de agosto, a las 18:30, con la misa y el tradicional cambio de vestuario de la Virgen, seguido de música y danzas que llenarán de energía el barrio. A las 21:00 se realizará el “Convite”, un momento de fraternidad que abre el camino al día central. El sábado 16, a las 10:00, tendrá lugar la misa principal con la bendición de imágenes; a las 11:00, la procesión recorrerá las calles Gobernación y La Falda, y desde las 12:00 comenzará la gran entrada folklórica con más de 25 fraternidades de tinkus, morenadas, caporales y otros ritmos típicos.

El origen de la devoción

La Virgen de Urkupiña nació en el siglo XVIII en Quillacollo, cerca de Cochabamba, Bolivia. La leyenda cuenta que una joven pastora vio en repetidas ocasiones a una mujer vestida de blanco jugando con un niño en el cerro de Cota. Cuando quiso mostrarle la visión a su madre, esta exclamó en quechua “juraqpiña, juraqpiña” (“ya está en el cerro” o “ya está arriba”), frase que con el tiempo derivó en “Urkupiña”. La Iglesia identificó la figura con la Virgen María, pero el culto mantuvo elementos profundos de la espiritualidad andina: la veneración a la Pachamama, el respeto a los cerros como protectores y un rito central que hasta hoy define la festividad.

El préstamo de la piedra

En la celebración original, los fieles suben al Calvario, una zona del cerro de Cota, y allí realizan el “préstamo” de una piedra. Este gesto no es una simple tradición decorativa: la piedra representa riqueza, abundancia y compromiso. El devoto la toma como símbolo de un pedido —puede ser trabajo, salud, prosperidad económica o unión familiar— y se compromete a devolverla al año siguiente si su deseo se cumple. No devolverla se considera una falta de gratitud hacia la Virgen y hacia la Pachamama. El acto se acompaña de oraciones, música de bronces y a veces pequeños rituales de pago a la tierra, en los que se sahúma con hierbas aromáticas, se ofrece alcohol y se esparcen pétalos de flores.

La adaptación en Córdoba: la cha’lla

En Villa El Libertador no hay cerro ni piedras para extraer, por lo que la comunidad boliviana adaptó el rito manteniendo su esencia simbólica. Aquí, el momento central se da con la cha’lla, un acto de agradecimiento y pedido de prosperidad. Los devotos se reúnen alrededor de la imagen de la Virgen y preparan un espacio ritual donde se enciende incienso o hierbas aromáticas para sahumar. Se colocan ofrendas —bebidas, frutas, dulces y comidas típicas— que se comparten entre los presentes. Parte de las bebidas se derrama en el suelo como tributo a la Pachamama, recordando que todo lo que se pide debe volver en forma de gratitud. Esta ceremonia, aunque distinta en forma a la de Quillacollo, conserva el mismo significado: reconocer que los bienes, la salud y las oportunidades son un préstamo de la Virgen y de la tierra, y que deben cuidarse y honrarse.

Para muchos, este es el momento más emotivo de la fiesta. Es cuando la religiosidad católica se une con la espiritualidad ancestral en un solo acto, sin que una anule a la otra. La procesión, la música y el baile rodean y potencian este instante, recordando que Urkupiña no es solo un ícono religioso, sino también un símbolo de identidad y de unión comunitaria.

Una tradición que Córdoba hizo propia

La festividad llegó a Córdoba de la mano de migrantes bolivianos que, asentados en barrios como Villa El Libertador, Los Boulevares y zonas del noreste, buscaron recrear la fiesta tal como en su tierra. Lo que comenzó como un encuentro comunitario fue creciendo hasta convertirse en Patrimonio Cultural de la ciudad. Hoy, ya no solo participan familias bolivianas, sino también argentinos y personas de otras nacionalidades que se sienten atraídos por la fuerza espiritual y la riqueza cultural del evento.

Cortes y transporte

Por el recorrido de la procesión habrá corte total del perímetro entre calles La Falda y Río Negro, y Bogotá y Gobernación, ambos días. Se modificarán recorridos de las líneas 33, 36, 50, 52, 53 y A1 del transporte urbano.

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