Más de 30 familias acusan a las Hijas del Amor Misericordioso de actuar como una secta: «Las aíslan hablándoles del demonio»

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Ya son una treintena las familias que acusan a las religiosas Hijas del Amor Misericordioso, conocidas como HAM, de actuar como una suerte de secta, por haber «captado» a jóvenes y haberles apartado de su entorno, estudios y trabajo. En una primera fase, una veintena de familias presentaron denuncias escritas ante la autoridad eclesiástica, lo que motivó que la Archidiócesis de Madrid apartara esta semana al equipo directivo de la asociación y nombrara a una especie de gestora. Pero, en una segunda fase, un grupo más numeroso de afectados se han mostrado dispuestos a prestar su testimonio, con el fin de apuntalar las denuncias formales presentadas, según fuentes cercanas a estas familias. Tras la intervención del Arzobispado de Madrid, otras seis se han sumado a las acusaciones públicas.

Todas las denuncias –y testimonios de familias– van en la misma dirección, al acusar a la superiora general de la Asociación, María Milagrosa Pérez Caballero, alias Marimí, y a su equipo de «abducir» a sus hijas y «aislarlas de su entorno», con un comportamiento sectario y abusos de conciencia, poder y control. Además hay un joven –la agrupación también ha puesto en marcha una sección masculina– que acusa a Pérez Caballero de cometer abusos sexuales.

Las denuncias tienen «verisimilitud», según el Arzobispado de Madrid, por eso la Iglesia ha actuado con una contundencia inusitada al apartar a ‘Marimí’ de su cargo y nombrar una comisaria extraordinara, con el encargo de «reconducir el plan de formación, la vida comunitaria, el acompañamiento espiritual, revisar los estatutos, reglamentos y la gestión económica«, según se informó el pasado 28 de julio en un comunicado. Además, las HAM no podrán «admitir nuevas vocaciones ni continuar con los procesos formativos de novicias del primer año». Y el resto de novicias, que son mayores de 18 años, «podrán seguir su proceso de formación bajo la [nueva] autoridad comisaria».

Expansión

Cabe apuntar que no son novicias ni monjas regladas, dado que las Hijas del Amor Misericordioso no conforman una congregación u orden religiosa oficial. Fueron aprobadas como Asociación Pública de Fieles en 2007 por el entonces arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela y, desde entonces, han ido creciendo, extendiéndose por varias partes de España y «captando» a jóvenes, chicos y chicas, que viven en comunidad, de forma similar a los seminaristas o monjas. De hecho, tras la intervención del Arzobispado, todavía un centenar de chicas y chicos –la gran mayoría mujeres– viven en las sedes de la asociación, ahora bajo el mando de la nueva comisaria.

Pero las familias de estos jóvenes están muy «preocupadas» por su situación, dado que no han tenido trato con sus hijos desde hace meses y tampoco un contacto oficial desde la intervención, según publicó este miércoles EL PERIÓDICO. Además, muchas temen que algunos jóvenes den el paso de seguir a la que consideran su líder espiritual, Marimí, vaya donde vaya, aunque ello suponga desobedecer las órdenes de la Iglesia. «Les han lavado el cerebro y puede que quieran ir tras Marimí», expresan de forma anónima. Además, María Milagrosa Pérez Caballero cuenta todavía con un grupo de laicos y familias que la apoyan e incluso este jueves ha organizado una especie de celebración.

Captación y rituales

El problema radica, según los denunciantes, en que la ya exsuperiora general ha actuado con patrones sectarios que han tenido un considerable éxito a la hora de captar a jóvenes en situación de extrema vulnerabilidad emocional, utilizando la estrategia llamada en el mundo de las sectas de ‘love bombing’, según fuentes cercanas a los denunciantes. La táctica consiste en «darles muchos abrazos, en un clima muy sugestivo y de acogida, que promete la salvación y ha provocado conversiones de la noche a la mañana, incluso en jóvenes que no eran creyentes», explican. Muchas de estas «captaciones» se han producido en los retiros llamados ‘Effetá’ o ‘Emaús’.

Las familias afectadas también acusan a las HAM de haber llevado a cabo procesos de «aislamiento» con las jóvenes, retirando el móvil e haciendo que los contactos con los allegados fueran escasos y siempre supervisados. A la vez, aseguran que vertían comentarios negativos sobre las familias y entornos. «Ellos no te van a entender, ellos están en el mundo y nosotras en un ámbito sobrenatural», afirman que decían. Los familiares también mantienen que las han apartado de sus estudios y trabajos, con el argumento de que «la vida terrenal está asociada al demonio» o sentencias similares.

Otra de las características de la asociación que les asemeja a las sectas es la utilización de un lenguaje que refuerza la identidad del grupo y ritos alejados del catolicismo: explican que, por ejemplo, celebraban ceremonias de «desmayos masivos en descanso del espíritu» y hablaban en idiomas extraños.

Ante estas acusaciones, fuentes de la Archidiócesis de Madrid mantienen que hay que dejar actuar a la comisaria extraordinaria de la asociación, que apenas lleva unos días al frente, y que el Arzobispado está abierto a ayudar a todas las familias que lo precisen.

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