El PSG de Luis Enrique liquida el sueño americano de Messi

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No había lugar para autoengaños en el Inter Miami – PSG. Un partido que hasta 2020 ni siquiera habría sucedido, porque el equipo de EEUU no existía. Pero Messi y sus compañeros se empeñaron en hacerlo posible después de una fase de grupos en la que solo eran el atractivo para la inauguración. Lo lógico hubiese sido que el Oporto pasase como acompañante de Palmeiras, pero el ’10’, con su bota mágica, alteró la dinámica del grupo para citarse con el peor de los monstruos del Mundial de Clubes.

Un partido resuelto en la primera mitad

Un PSG que hizo trizas el sueño de Inter Miami con un 4-0 resuelto en la primera mitad dejar paso a una segunda de refresco donde los de Mascherano por lo menos pudieron jugar. Aunque con más corazón que energía y cabeza. Fueron los minutos para que Messi, solo contra el mundo, intentase un gol, una asistencia o algún detalle con el que firmar un epitafio en el fútbol de élite de clubes. La última línea de un currículum brillante que no engordará en Miami. Su misión en Florida es otra: invertir en su marca, transitar hasta final de año y decidir qué hará entonces, cuando termina contrato.

Dos versiones del fútbol moderno, una diseñada exclusivamente para ganar, la gala; y otra en fase de crecimiento deportivo después de revolucionar los cimientos del ‘soccer’ a través del argentino. En el campo, las diferencias quedaron perfectamente expresadas desde el pitido inicial, con un PSG que desbordó al rival a través de la presión. El objetivo de Luis Enrique era resolver el partido por la vía rápida para, con el resultado a favor, dejar que Messi y sus antiguos discípulos, como Jordi Alba o Busquets, alejados de las prestaciones del pasado.

De media, el PSG tardaba 15 segundos en recuperar el balón. La cuenta aumentó porque en la segunda parte el PSG levantó el acelerador para darle aire a Inter Miami, que justificó su presencia en los octavos con una jugada vintage. Conectó Jordi Alba con Messi, el argentino se la puso con música para Luis Suárez, pero el uruguayo demostró que su rodilla pide pausa. Antes de este soplo nostálgico el equipo francés había resuelto por 4-0 el partido en la primera mitad.

‘Show’ de Messi en la despedida y cierre

Ni siquiera sintió el miedo Luis Enrique, porque en el minuto 5, Vitinha centró al segundo palo para que Joao Neves, de cabeza, empezase a marcar territorio. Se protestó un fuera de juego de Fabián por afectar a la carrera en la defensa de Falcón. Un pataleo que no tuvo efecto. Tras un acoso improductivo, al borde del descanso sentenció Inter Miami el encuentro. Primero, con un robo de Fabián a Busquets que regaló el doblete a Joao Neves. El tercero hundió a Inter Miami. Un centro de Doué al que no llegó Fabián la envió Tomás Avilés al fondo de su propia puerta.

Aunque el gol que evidenció las mayores diferencias entre el ‘soccer’ y el fútbol fue el cuarto del PSG, cuando un pase a la espalda de Jordi Alba para Barcelona se convirtió en una asistencia a Hakimi. Balón al larguero y después rechace exitoso para culminar la goleada. Ustari, el otro jugador clave para una clasificación por encima de las posibilidades de Inter Miami, tuvo delante un bombardeo intenso del que no salió en todo el partido. Los porteros que fichan por la MLS ya saben a lo que se enfrentan cuando fichan por una liga donde los equipos se construyen desde delante hacia atrás.

Es esperado regreso de Dembélé

Esto conduce a defensas que sufren para competir con los preceptos marcados por Mascherano, quien en la previa al torneo lamentaba la falta de refuerzos para el Mundial de Clubes. El ‘fichaje’ del PSG entró en la segunda parte. Un Ousmane Dembélé que tuvo sus primeros minutos desde el 6 de junio, cuando se lesionó en el Francia – España de la Nations. Llega justo en la fase decisiva del torneo, con el Balón de Oro bloqueado por los contratiempos de Mbappé, su compañero en la selección y la ausencia de Lamine Yamal.

Luis Enrique firmó el pacto de no agresión con el futbolista al que adora, pero con el que tuvo sus más y sus menos. El final del partido fue el ‘show de Messi’. El resultado no le importaba ya a nadie. Era un simple «árbitro, no pite el final, que juega Leo». Aunque el tiempo no discrimina entre mitos y mediocres, la memoria sí reconoce los hábitos de los primeros. Por eso, a pesar de un 4-0, el Mercedes-Benz Stadium bajó el telón con un «Messi, Messi» en un tiro de falta final que se estrelló en la barrera de realidad que impuso el PSG.

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