Sangre y tierra: el legado inmortal del general Güemes

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Cada 17 de junio, la Argentina conmemora el fallecimiento del general Martín Miguel de Güemes, un líder militar y político que jugó un papel crucial en la independencia del país. La fecha es feriado nacional desde el año 2016, a partir de la sanción de la Ley 27.258, que establece el día como homenaje permanente a este prócer salteño.

Güemes nació el 8 de febrero de 1785 en la ciudad de Salta, en el seno de una familia criolla de buena posición social. Desde joven mostró vocación por las armas: a los 14 años se incorporó al Regimiento de Infantería como cadete, y con solo 23 participó de la defensa de Buenos Aires durante las Invasiones Inglesas, donde se destacó por una acción audaz: capturó un buque británico con un grupo de jinetes, aprovechando la bajante del río.

Sin embargo, su legado más importante se gestó durante la guerra por la independencia. A partir de 1810 se alineó con los revolucionarios, y poco tiempo después comenzó a organizar una fuerza de milicias gauchas en el norte argentino. Como gobernador de Salta, cargo que ocupó desde 1815, lideró la llamada guerra gaucha, una táctica de guerra de guerrillas que fue clave para frenar el avance de los realistas desde el Alto Perú.

Güemes y sus hombres —en su mayoría campesinos, pequeños productores y pobladores rurales— combatieron durante años en una situación de enorme desventaja logística, pero con gran conocimiento del terreno y compromiso con la causa. Su accionar fue decisivo: logró evitar siete invasiones realistas a través de la frontera norte, lo que permitió al Ejército de los Andes, al mando de San Martín, avanzar hacia Chile y luego al Perú sin tener que preocuparse por un contraataque desde el norte.

El 7 de junio de 1821, un grupo de realistas (españoles y criollos leales a la Corona) ingresó sorpresivamente a la ciudad de Salta con ayuda de sectores locales enemigos de Güemes. Él logró escapar a caballo, pero recibió un disparo en la espalda en la zona de la cadera mientras huía por la quebrada de la Horqueta. Se refugió en el monte con sus hombres, donde agonizó durante diez días.

Murió el 17 de junio de 1821, a los 36 años, rodeado de sus fieles gauchos, sin entregar el mando ni rendirse. Sus últimas palabras habrían sido una arenga a seguir la lucha por la independencia.

Quienes orquestaron el ataque fueron parte de una fuerza realista comandada por el general José María Valdés, apodado “Barbarucho”. Pero también hubo colaboración de sectores aristocráticos salteños que se oponían al liderazgo popular y federal de Güemes.

Su figura fue largamente ignorada en los relatos oficiales, pero con el tiempo se lo reconoció como el único general argentino muerto en combate durante la guerra de independencia y un símbolo de la lucha federal y popular. El feriado del 17 de junio invita a recordar no solo su legado, sino también la participación de los pueblos del interior en la construcción de la Nación.

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