Álvaro Salvador nos ofrece una excepcional reflexión sobre esa especie de ostracismo o escaso reconocimiento perenne de Granada y las instituciones al poeta más universal que, entre muchos otros aspectos, se demuestra en un Premio Internacional de Poesía, con su nombre, que cada vez pasa más desapercibido.
Mega grafiti del poeta en su casa natal.
Cuando explico a amigos o conocidos de fuera de Granada, gentes en su mayoría del mundo de la cultura, que el nombre de Federico García Lorca todavía levanta recelos en muchos ambientes, incluso intelectuales, de la ciudad de Granada, no acaban de creérselo. Del mismo modo que cuando cuento la pregunta que me hizo un alcalde, justo en el momento en que Granada fue señalada como posible candidata a la Capitalidad Cultural Europea de 2031: «¿Quién piensas que puede ser el buque insignia de esa candidatura?» quedan estupefactos, como si les contase una historia fantástica. Sin embargo es así: el poeta más leído y traducido a más idiomas, el escritor español más famoso, incluso más que Cervantes, más respetado, más influyente, más admirado, más representado, de la lengua española, sigue sin ser profeta en su tierra. Se discute su figura, se minusvalora, se atribuye su éxito a su desgraciada muerte, a la guerra incivil, a la conspiración judeo-masónica, pero nunca a la genialidad de su obra literaria que en muchos casos se vulgariza y banaliza.
No sé si las causas de este desprecio o indiferencia, o falta de consideración de su vida y, sobre todo, su obra, se deben a un cierto complejo de culpa que la ciudad arrastra desde su asesinato en el golpe de estado de 1936, o bien a su homosexualidad o quizá al hecho de haber sido un hombre de izquierdas, o a haber afirmado que “en Granada se agitaba la peor burguesía de España”
No sé si las causas de este desprecio o indiferencia, o falta de consideración de su vida y, sobre todo, su obra, se deben a un cierto complejo de culpa que la ciudad arrastra desde su asesinato en el golpe de estado de 1936, o bien a su homosexualidad o quizá al hecho de haber sido un hombre de izquierdas, o a haber afirmado que “en Granada se agitaba la peor burguesía de España”. Puede que todos esos prejuicios puedan configurar un motivo para esta especie de ostracismo ciudadano, pero de cualquier modo no explican que cierta izquierda sea también reticente, que incluso hasta una parte del movimiento gay no se encuentre cómoda con su figura y, por supuesto, no explica que los administradores de la ciudad no sean capaces de ver el enorme filón económico y patrimonial que supone su legado. Siguen sin apreciarlo, sin integrarlo en el patrimonio emocional de la ciudad del mismo modo en que integraron a Ángel Ganivet o Manuel de Falla o a tantas otras figuras que tuvieron una relación estrecha con nuestra ciudad.
La emblemática estatua de Federico García Lorca en la plaza Santa Ana de Madrid.
Es cierto que en las últimas décadas del siglo pasado se hicieron varios intentos de integración: la creación de los premio de poesía y teatro García Lorca de la Universidad en 1970, el homenaje popular de “El 5 a las 5” en 1976; la creación del patrimonio y museo de la Huerta de San Vicente y el Parque García Lorca en los terrenos de la finca que fue de su familia en 1995; los patronatos provinciales de Fuente Vaqueros y Valderrubio y, en fin, ya en el siglo presente la creación del Premio Internacional Federico García Lorca, que se concede a una trayectoria poética, culminando ese proceso con la construcción y puesta en marcha de un centro moderno dedicado a su figura y que acoge su legado: El Centro Federico García Lorca, situado en un enclave privilegiado del centro de la ciudad.
A pesar de todo esto, las reticencias y resistencias son constantes. La Huerta de San Vicente estuvo cerrada durante bastante tiempo por la falta de la ayuda prometida por las instituciones. A pesar de esos problemas, durante la dirección del Patronato a manos de Laura García Lorca, La Huerta realizó la mayor programación cultural que Granada ha tenido en años, actuando en la misma desde Lou Reed a Bob Dylan, desde Vicente Amigo a Enrique Morente, desde Patti Smith a Chavela Vargas, desde Gonzalo Rojas a Paul Auster. Más tarde, al pasar a depender directamente del Ayuntamiento, ha sufrido la dejadez, la falta de presupuestos, la ausencia de climatización durante años, la ausencia de personal cualificado que, hoy mismo, sigue padeciendo. Y el Centro atrasó su apertura durante años por falta de presupuesto, por problemas económicos internos y después ha tenido que funcionar al ralentí por falta de personal y una vez más de presupuesto adecuado. Todo el tiempo venciendo dificultades, encomendando el magnífico legado a personas voluntaristas, enamoradas del poeta y de sus obras, pero sin ninguna planificación profesional. La sala de exposiciones de La Huerta ha estado cerrada durante más de seis meses, a causa de la dejadez de sus responsables.
El premio, se concedió en octubre a la poeta mexicana Coral Bracho, una de las poetas hispanoamericanas de obra más original e interesante. Sin embargo, la ceremonia de entrega va a celebrarse casi clandestinamente el día 20 de junio -el 19 es la festividad del Corpus Christi, fiesta grande y feria de Granada-
El Premio Internacional Ciudad de Granada Federico García Lorca fue instituido en el año 2004 por el Ayuntamiento de Granada y desde entonces ha premiado la trayectoria de poetas de primer orden del mundo hispánico como Ángel González, José Emilio Pacheco, Blanca Varela, Francisco Brines, José Manuel Caballero Bonald, Fina García Marruz, Pablo García Baena, Rafael Cadenas, Ida Vitale, Raúl Zurita, Pere Gimferrer, entre otros. Al principio, el premio se entregaba en una ceremonia solemne -con maceros, guardias y banda de música-, que se solía celebrar en el Auditorio Manuel de Falla y en el transcurso del Festival de Poesía de Granada. Más tarde se desgajó del Festival, pero se mantenía la ceremonia solemne en la que se entregaba la dotación económica -que con la crisis bajó de cincuenta mil euros a veinte mil- y una escultura conmemorativa. Últimamente la ceremonia se ha celebrado en el Centro García Lorca y la solemnidad se ha sustituido con acierto por un seminario dedicado al poeta premiado. Sin embargo, esta decadencia en cadena ha llegado a su mínima expresión en este año. El premio, se concedió en octubre a la poeta mexicana Coral Bracho, una de las poetas hispanoamericanas de obra más original e interesante. Sin embargo, la ceremonia de entrega va a celebrarse casi clandestinamente el día 20 de junio -el 19 de junio es este año la festividad del Corpus Christi, fiesta grande y feria de Granada- a las 10.30 de la mañana en uno de los lugares lorquianos más abandonados de la ciudad: La Huerta de San Vicente. Programar esta ceremonia en el interior de las Fiestas del Corpus, a esa hora de la mañana y en un lugar tan poco habitual es condenarlo al ostracismo popular y mediático. Ni Federico García Lorca ni Coral Bracho se merecen este maltrato y desprecio, pero supongo que debe ser un episodio más de la Guerra Cultural que el partido conservador y sus socios libran en estos momentos contra todo lo que identifican como cultura de izquierdas. O quizá simplemente torpeza.
Pero ¿quién era Federico García Lorca…?