En las últimas horas se confirmó una decisión que había sido tomada cuando se aprobó la Ley Bases, valijas de por medio.
El gobierno publicó el Decreto 286/2035, que autoriza, mediante concurso público nacional e internacional, la venta del 100 % de las acciones de Enarsa en Citelec SA.
Vamos por parte. Enarsa (Energía Argentina SA) fue creada en 2004 para dedicarse al “estudio, exploración y explotación de yacimientos de hidrocarburos”, también al transporte, almacenaje, distribución, comercialización e industrialización de estos productos, lo mismo en el terreno del gas natural y la energía eléctrica.
Sus atribuciones le ponen un cierto límite al manejo absolutamente irracional y privado que pretenden las multinacionales del sector. Pero la verdad es que su funcionamiento no escapa a la lógica más general de los servicios energéticos, esenciales para una Nación, como parte del lucro capitalista. Por eso en estos 30 años que van desde las privatizaciones, se ha mantenido el mismo sistema donde los grandes jugadores internacionales (Chevron, Shell, Enel) se codean con los pulpos nacionales (Bulgheroni, Mindlin, Pérez Companc, Eskenazi).
Pero Milei vino a profundizar el desguace de Enarsa y la entrega.
La falacia del gobierno
En el anuncio, el gobierno nacional asegura que la privatización de Enarsa “apunta a ordenar el funcionamiento del Estado y permitir que el sector privado, con capacidad de inversión y experiencia, asuma la gestión de actividades como la transmisión eléctrica”. Además miente que el Estado ha tenido que hacer transferencias millonarios para un servicio ineficiente. Lo hace para afirmar el credo libertario: “El sector privado no solo puede hacerlo mejor –aduce el comunicado-, sino que además es el motor natural de la inversión, el empleo y la innovación”.
En realidad los gastos estatales han tenido mucho más que ver con los subsidios a las empresas energéticas, incluidas obras para ser usufructuadas por privados, que con cualquier objetivo de “servicio público”. Son las empresas privadas las que han gozado de “transferencias millonarias” no solo del Estado sino con los tarifazos que paga toda la sociedad. Pero que además, lejos de su “capacidad de inversión y experiencia”, han sido los responsables de los apagones y problemas de suministro, justamente porque solo buscan ganancia y no brindar un servicio de calidad.
Un negocio estratégico
La privatización de Enarsa y la venta de sus posiciones tienen puntos claves. Uno de ellos es entregar a los grandes empresarios el control de la transmisión eléctrica.
Citelec SA es la controlante de Transener, responsable de la transmisión eléctrica en todo el país. La sociedad está repartida, casi en partes, por Pampa Energía (Grupo Mindlin) y Enarsa.
Transener tiene el monopolio del transporte de energía eléctrica de alta tensión de la Argentina. Opera y mantiene en forma directa el 85% de la red de alta tensión pero además supervisa el 15% restante. Estamos hablando de 18.600 kilómetros de líneas de transmisión.
Según datos publicados por diarios económicos, la ganancia operativa consolidada de Transener en el 2024 llegó a los $112.867 millones. O sea el triple que el año anterior. Deducidos distintos rubros, tuvo una ganancia neta consolidada de $70.242 millones que marca un crecimiento del 390,4% con relación al año anterior.
Estamos hablando de una empresa multimillonaria, codiciada por los pulpos energéticos nacionales, como Pampa Energía, pero también internacionales.
Transener está fuertemente asociada a los grandes capitalistas “locales”. Tras la privatización estuvo en manos de la familia Pérez Companc y en 2003 pasó a manos de Pampa Energía, de Marcelo Mindlin.
Midlin se ha convertido en uno de los grandes jugadores del sector, con inversiones en Edenor (distribución eléctrica), Bahía Blanca (parque eólicos) y Vaca Muerta (petróleo y gas).
Como parte de ese conglomerado, ha recibido todo tipo de negocios por parte del Estado. Todos los gobiernos han cosechado buena relación con Midlin, desde De Vido a Aranguren, negociando obras, subsidios, suministros, negocios mixtos. Se trata, sin duda, de un ejemplo de los “empresarios prebendarios” de los que habla Milei en sus discursos. Nunca los nombra. Bueno, acá tiene uno.
No a las privatizaciones: la izquierda tiene una salida
El sistema energético nacional y sus crisis, son producto de las distintas gestiones de gobierno. El objetivo de privatizar Enarsa, desguazarla y vender su patrimonio, no es otro que entregar más negocios a los privados y desmantelar cualquier tipo de plan o control.
El desmembramiento del entramado energético es totalmente irracional. Es el responsable de los tarifazos, los apagones y los crímenes sociales que trae la pobreza energética que sufren millones.
La izquierda tiene una salida: para establecer una planificación racional es necesaria la estatización de todo el sistema energético nacional. Desde la extracción de los recursos, la generación eléctrica, el transporte y la distribución a los usuarios.
Porque los servicios públicos son un derecho esencial cuya propiedad y gestión no puede estar guiada por el lucro capitalista.