«La paz no es posible sin un verdadero desarme»: las últimas palabras del Papa

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Una llamada a la libertad y a la paz. De esta manera se despidió el Papa, en su último discurso de este domingo de Pascua —leído por el ceremoniero papal Diego Ravelli, debido a la ya frágil salud de Francisco—, en el que despreció los conflictos en curso, pidió poner fin a la carrera a las armas y defendió a vulnerables y migrantes. «Queridos hermanos y hermanas ¡Feliz Pascua!”, alcanzó solo a decir el Pontífice antes de ceder la palabra a su asistente. 

«Cuánta voluntad de muerte vemos cada día en los numerosos conflictos que afectan a diferentes partes del mundo. Cuánta violencia percibimos a menudo también en las familias, contra las mujeres o los niños. Cuánto desprecio se tiene a veces hacia los más débiles, los marginados y los migrantes«, empezó entonces diciendo Ravelli, al leer el discurso del Papa, en una intervención presenciada por los más de 35.000 fieles que acudieron a la plaza de San Pedro. 

«La paz no es posible sin un verdadero desarme. La exigencia que cada pueblo tiene de proveer a su propia defensa no puede transformarse en una carrera general al rearme»

«En este día, quisiera que volviéramos a esperar y a confiar en los demás —incluso en quien no nos es cercano o proviene de tierras lejanas, con costumbres, estilos de vida, ideas y hábitos diferentes de los que a nosotros nos resultan más familiares—; pues todos somos hijos de Dios. Quisiera que volviéramos a esperar en que la paz es posible«, continuó.

Que cese el fuego

Con ello, Francisco se refirió concretamente a la incendiaria situación bélica en Oriente Próximo. «Me siento cercano al sufrimiento de los cristianos en Palestina y en Israel, así como a todo el pueblo israelí y a todo el pueblo palestino», opinó Francisco, al manifestar su preocupación por el creciente clima de antisemitismo que se está difundiendo por todo el mundo. 

Citó así Francisco especialmente a la comunidad cristiana de Gaza, «donde el terrible conflicto sigue llevando muerte y destrucción, y provocando una dramática e indigna crisis humanitaria«. «Llamo a las partes beligerantes: que cese el fuego, que se liberen los rehenes y se preste ayuda a la gente, que tiene hambre y que aspira a un futuro de paz», solicitó.

En un discurso en el que resumió muchas de sus posturas que marcaron su papado, también alentó la actuación de un acuerdo de paz entre Armenia y Azerbaiyán y recordó a diversos países empobrecidos y atormentados por las guerras en África

Acallar las armas

«Que Cristo resucitado, nuestra esperanza, conceda paz y consuelo a los pueblos africanos víctimas de agresiones y conflictos, sobre todo en la República Democrática del Congo, en Sudán y Sudán del Sur, y sostenga a cuantos sufren a causa de las tensiones en el Sahel, en el Cuerno de África y en la Región de los Grandes Lagos, como también a los cristianos que en muchos lugares no pueden profesar libremente su fe», señaló. «La paz tampoco es posible sin un verdadero desarme. La exigencia que cada pueblo tiene de proveer a su propia defensa no puede transformarse en una carrera general al rearme», añadió. 

Para él, dijo, «la luz de la Pascua» invita «a derribar las barreras que crean división y están cargadas de consecuencias políticas y económicas. Nos invita a hacernos cargo los unos de los otros, a acrecentar la solidaridad recíproca, a esforzarnos por favorecer el desarrollo integral de cada persona humana», afirmó. 

Civiles

En este marco, evocó asimismo al pueblo birmano, martirizado desde hace años por conflictos armados e incluso un terrible terremoto, al pedir a los líderes políticos de «no ceder a la lógica del miedo que aísla, sino a usar los recursos disponibles para ayudar a los necesitados, combatir el hambre y promover iniciativas que impulsen el desarrollo». 

«Estas son las ‘armas’ de la paz: las que construyen el futuro, en lugar de sembrar muerte. Que nunca se debilite el principio de humanidad como eje de nuestro actuar cotidiano. Ante la crueldad de los conflictos que afectan a civiles desarmados, atacando escuelas, hospitales y operadores humanitarios, no podemos permitirnos olvidar que lo que está en la mira no es un mero objetivo, sino personas con un alma y una dignidad», subrayó.

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