El líder del Frente Patria Grande, Juan Grabois, encendió las alarmas tras acudir a la guardia del Hospital Universitario Cemic en el barrio porteño de Saavedra por un fuerte dolor torácico.
La noticia, que se difundió rápidamente, generó preocupación entre sus seguidores y el arco político, pero el propio dirigente salió a desmentir rumores sobre una internación o problemas cardíacos graves, confirmando que fue dado de alta tras estudios de rutina.
Detalles del episodio
Según fuentes cercanas a Grabois, el dirigente ingresó por sus propios medios a la guardia del Cemic el jueves por la tarde/noche, aquejado por una molestia en el pecho, técnicamente diagnosticada como precordialgia (según imágenes que circularon por redes sociales), un dolor que puede estar asociado a cuadros cardíacos, musculares o digestivos.
Tras realizarse exámenes de laboratorio, electrocardiogramas y otros estudios, los resultados descartaron una afección grave, y Grabois fue dado de alta pocas horas después, regresando a su domicilio.
“No fue internado. Solo fue a la guardia porque se sintió mal y le hicieron un estudio”, aclararon desde su entorno a medios como Página/12 y Noticias Argentinas.
El propio Grabois brindó luego claridad sobre su estado de salud para desmentir versiones exageradas que circularon en las redes.
El mensaje de Grabois
Parte médico
A lo largo y a lo ancho de nuestro país hay gente que está sufriendo mucho, en hospitales sin medicamentos ni personal suficiente. Ancianos aguardando una cama tirados en la sala de espera. Malos tratos, suciedad, techos que se caen a pedazos, meses para hacer un estudio, comida inadecuada. Hay pacientes de salud mental y enfermos oncológicos sin sus medicamentos. Le sacaron los remedios a los jubilados. El sistema público de salud que junto al de educación supo ser el orgullo de la Argentina y un factor de igualación social ya estaba en crisis. Ahora lo están intentando matar.
Como docente asalariado registrado del sector universitario tengo el privilegio de contar con una obra social (DOSUBA). Fui por un dolor en el pecho.
El diagnóstico coronario que gente inescrupulosa y sin límites éticos filtró y difundió preocupando a mis familiares, amigos y compañeros es completamente falso. Todos los estudios me dieron bien.
Aprovecho para reconocer a los trabajadores de limpieza, camilleros, kinesiólogos y enfermeras que son el corazón del sistema de salud aunque los traten como personal de segunda. Por supuesto, también a los médicos que no se creen miembros de una casta superior y tratan dignamente a sus pacientes y compañeros de trabajo. Por suerte son muchos. En su esfuerzo y compromiso sobrevive la fuerza con la que, no tengo dudas, vamos a volver a poner todo el sistema de pie.
A los que se preocuparon, les agradezco de corazón y les pido: preocupémonos por los pibes, las pibas y pacientes sometidos al descarte, la desnutrición, el abandono, el abuso, los padecimientos mentales, las drogas, el grooming, la humillación, la crisis en las escuelas y hospitales públicos. Gritemos por ellos porque la catadura moral de una sociedad -y por ende de cada uno de nosotros- se mide por cómo trata a sus niños, a sus abuelos, a sus enfermos. Los militantes estamos para dejar la vida por ellos.
A los que se alegraron leyendo el falso diagnóstico, lamento decirles que acá estamos para seguir combatiéndolos un largo rato, hasta el último suspiro. Insisto, estoy muy bien, pero si así no lo fuera, por cada uno de nosotros que se vaya van a nacer miles. No nos van a ganar porque nosotros no nos rendimos nunca.