De las fuentes que estos días ha consultado este diario sobre las necesidades de inversión para las Fuerzas Armadas, un alto oficial de la Armada y un experto de Caballería son los que describen con más acritud las carencias para, como dice el marino, “hacer verdaderamente creíble la disuasión”.
España puede actualmente enfrentarse a guerrillas, y desplegarse con eficacia en misiones internacionales en colaboración con otras fuerzas extranjeras, pero no podría soportar lo que los militares llaman “la alta intensidad”. No podría sostener una guerra contra otro ejército profesional de su peso sin una armada expedicionaria, más submarinos, misiles con alcance a objetivos muy distantes, suficiente munición de artillería, sistemas de inteligencia, mando y control, escudo antimisiles y una robusta defensa anti drones.
No es posible un cálculo del importe total de las necesidades de inversión, pues algunas, como los misiles de crucero, la computación cuántica o el escudo antimisiles, figuran en planes aún no difundidos. Hay consenso en que la satisfacción de estas necesidades pasa por la condición que los economistas del sector llaman “previsibilidad presupuestaria”.
El concepto alude a que las empresas de la defensa, antes de invertir, precisan tener su horizonte de retorno, basado en compromisos estatales plurianuales estables. Esa necesidad no es de ahora. Ya era acuciante en mayo de 2023, cuando, en la Feria de la Industria de Defensa, los tres jefes de los estados mayores de Tierra, Mar y Aire -Amador Enseñat, Antonio Piñeiro y Javier Salto respectivamente- pidieron una Ley de Financiación de la Defensa.
Ya lleva dos años sin respuesta aquella petición. Las necesidades que aquí se exponen son solo siete de las más perentorias, que concitan la opinión de las referidas fuentes militares.Son capacidades que no se adquieren de un día para otro, y más con la industria de defensa saturada por los días de alta demanda de hoy y por los lustros de desinversión ante la baja demanda de ayer. Si esta misma tarde España firmara un contrato de compra de cazas F35, no recibiría el primer avión antes de 2031; y si quisiera alistar un comandante nuevo que lo pilote, debería emplear 10 años en su formación como oficial.
1 Más leopardos para la fuerza acorazada
El Ejército tiene 219 carros de combate Leopard 2E (sus tanques más modernos, fabricados en España), en 16 grupos de cuatro brigadas de Caballería de 41 blindados cada una, y el resto en academias y campos de entrenamiento como San Gregorio (Zaragoza). Además, 40 Leopard 2A4 (antiguos, como los donados a Ucrania), de los que dos grupos de 16 se despliegan en Ceuta y Melilla.
Cuarto de millar de carros operativos… pero el Ejército precisa otros 50 nuevos Leopard 2A8, a 31 millones de euros por unidad, para vender o jubilar los viejos A4. Además, modernizar los Leopard 2E con refuerzos antiminas en la barcaza y la torre, mejoras en el motor y en sistemas de comunicaciones y visión, un posible cambio del cañón de 120 mm y dos probables incorporaciones: el sistema Trophy anticohetes, que fabrica la israelí Rafael, y una ametralladora autónoma que aportaría Escribano.
Indra y la factoría de Santa Bárbara-General Dynamics en Alcalá de Guadaíra (Sevilla) son las llamadas a la modernización, cada una en su campo.
Carro de combate Leopard español en Letonia, durante el ejercicio Iron Spear 2019 / EMAD
Pero el rearme de la fuerza acorazada terrestre española no acaba en los Leopard. En una ofensiva, los carros actúan en combinación con blindados de combate de infantería (está en fabricación el 8X8 Dragón por 2.500 millones), que acercan a las tropas soportando fuego intenso… Y ni unos ni otros pueden avanzar sin otro tipo de tanques que hay que comprar: vehículos de zapadores de combate con palas para “abrir brecha en las líneas enemigas”, explica la fuente de Caballería.
El tiempo dirá si para esa necesidad se aportan vehículos de apoyo sobre cadenas, los VAC, programa de 1.970 millones por cuyo liderazgo pugnan Santa Bárbara y la nueva Indra Land Systems para fabricar en Asturias.
Además, “de poco sirve tener muchos leopardos si no tienes carros de recuperación”, añade. Faltan blindados-grúa para retirar del frente tanques dañados que pueden ser recuperados. Su precio oscila entre los 6 y los 10 millones de euros.
2 Más cazas para el Ejército del Aire
A lo largo de años de recortes presupuestarios han ido envejeciendo escuadrillas clave de la aviación. La defensa de Canarias depende mucho de cazas F-18 adquiridos a de segunda mano a partir de 1987. España tiene 72 operativos, repartidos en cinco escuadrones en las bases de Torrejón (Madrid, Ala 12), Zaragoza (Ala 15) y, sobre todo, Gando (Gran Canaria, Ala 46).
Para irlos jubilando y renovar la flota, Defensa tiene en marcha el programa Halcón, con coste total de 6.637 millones de euros: la compra de 20 cazas Eurofighter Typhoon hasta 2030, y una segunda fase de 25 hasta 2035. Se ensamblarán en la planta de Airbus en Getafe (Madrid).
Un caza Eurofighter español sobrevuela el Egeo en octubre de 2024. / NATO Archives
Mientras avanza lento el programa europeo de sistema aéreo de combate con cazas de sexta generación (FCAS, en el que la primera aportación española va a costar 2.610 millones), el Ejército del Aire y el Espacio necesita pasar a una flota de 112 Eurofighter, de 67 que tiene hoy en las alas 11 y 14, en Morón (Sevilla) y Albacete. Cada nuevo caza supone invertir 145 millones.
El Ejército del Aire acabará el año que viene su programa estratégico MRTT, grandes aviones Airbus para que los cazas puedan repostar. El programa total importa 675 millones de euros, «y tapa un agujero muy importante», considera un coronel del arma aérea con destino en el Ministerio de Defensa.
Además, Defensa necesita 27 grandes drones de inteligencia, vigilancia y reconocimiento. Es el programa SIRTAP, contratado con Airbus-Getafe por 20 millones de euros.
3 Más cazas para la Armada
El buque insignia de la Armada, el Juan Carlos I, simboliza la apuesta española por los portaeronaves de pista corta. El LHD (Landing Helicopter Dock) es también la fórmula para otros dos buques similares al Juan Carlos I, de proyección estratégica anfibia y con fuerza aérea a bordo, que la Armada prevé tener en 2037. Es parte de la previsión de un considerable aumento de la flota, con hasta seis submarinos S80, más fragatas, más corbetas de guerra antisubmarina y una ambición expedicionaria que caracteriza al plan naval Visión 2050.
Eso limita la búsqueda en el mercado de lo que en el mundo naval llaman “ala rígida embarcada”, o sea, aviones, no helicópteros. Los LHD precisan cazas de despegue vertical. La Armada mantiene en uso once Harrier AV 8B que se acercan a los 40 años de servicio. Sin piezas de recambio a la venta, no podrán seguir en activo después de 2030.
Un caza F 35 en un ejercicio de la Alianza Atlántica el 4 de octubre de 2024. / OTAN
La Armada necesita doce aviones nuevos de despegue vertical, y el único disponible en Occidente es el F35B de Lockheed Martin, el caza más moderno del mundo, con capacidad de vuelo furtivo, carga para bombardeo nuclear y conectividad en nube de combate. Su fabricante, un gigante norteamericano, tuvo que desmentir la pasada semana insinuaciones francesas sobre que EEUU podía hacer un bloqueo online del caza si el cliente lo emplea en algo que no le guste al Pentágono.
Por razones políticas, entre otras (la firma no da empleo en España), Defensa tiene parada su decisión sobre estos cazas. Cada uno, sin sumar un contrato de mantenimiento, cuesta 110 millones de euros. Este aparato suscita consenso entre los entendidos de la Armada, ámbito en el que se le llama «el innombrable».
4 Más misiles de ataque
España no alberga una industria misilística que pueda servir misiles de crucero a la Armada y el Aire, misiles balísticos al Mando de Operaciones o, a Tierra, un sistema inteligente propio de cohetes contra carro.
Sí que ha empezado, con Expal-Rheinmetall, Yveco y Escribano, a desarrollar una artillería para ataques en profundidad. Es el Sistema Lanzador de Alta Movilidad SILAM, similar en prestaciones a los Himars norteamericanos, con los que Ucrania paró la invasión rusa.
Con el SILAM, que alcanzará objetivos a 300 kilómetros, Defensa pretende solucionar diez años de agujero. El regimiento de Artillería Lanzacohetes de Campaña 63 de Astorga (León) languidece con sistemas Teruel que llevan dos lustros obsoletos.
El importe del SILAM es 714 millones. Este año se esperan las primeras unidades. El plan tiene una fuerte dependencia exterior: su corazón es un lanzador PULS de la israelí Elbit Systems. «Pero es una dependencia que tiene toda Europa, no solo España», matiza un alto oficial del área de compras del Ejército.
En tierra, también depende de la firma israelí Rafael la modernización de los cohetes guiados Spike, principal defensa contra carro del Ejército. El programa, ya contratado, importa 287 millones de euros.
Y es igualmente alta la dependencia exterior en la que el Ejército del Aire considera en un reciente mensaje promocional “el arma más poderosa de España”: el misil aire-tierra Taurus, con 500 kilómetros de alcance, cabeza inteligente, cámara y capacidad de penetración antibunker de hasta 35 metros en el suelo. España tiene, que haya trascendido, 40 unidades. Aumentar el arsenal implica comprárselos a una alianza entre la alemana MBDA y la sueca Saab, a 1,3 millones de euros por misil.
5 Más misiles para la defensa
En mayo de 2024, por una respuesta del Gobierno al diputado de Vox y general retirado Alberto Asarta, trascendió que la Armada había hecho una Declaración de Necesidad Sobrevenida sobre la ASMD. Con esas siglas se desgina la defensa antimisil. Se había constatado el pleno acceso de los hutíes de Yemen a misiles antibuque. La flota necesita “defensa de punto””, y no tiene desarrollado un gran sistema propio. «No habiéndose podido asegurar un resultado final satisfactorio debido a su complejidad, los proyectos I+D nacionales para sistemas de defensa de punto continúan en estudio», contestó el Gobierno..
Por aportación norteamericana, las fragatas españolasmás modernas se defienden con el sistema Aegis, el más avanzado del mundo, capaz de gestionar 2.000 objetivos a la vez. Pero los buques que no tienen defensa de punto, como el Juan Carlos I, precisan barcos de escolta, el esquema defensivo que tenía en tiempos menos turbulentos… y ahora embarcar misiles antimisil para neutralizar los cohetes antibuque y drones que ya están al alcance de milicias.
El rearme de España pasa también por más baterías Patriot en torno a ciudades y puntos estratégicos. Los regimientos de artillería antiaérea necesitan ampliar los 18 lanzadores agrupados en las tres únicas baterías que poseen. Una nueva adquisición -con la firma Sener fabricando su guiado en Tres Cantos (Madrid)- cuesta 2.472 millones.
Otro programa de defensa contra ataques aéreos, el de las baterías NASAMS, tiene un gasto previsto de 673 millones.
6 Más munición
En toda Europa la necesidad de ayudar a Ucrania ha dejado los arsenales al mínimo. Para cumplir el estándar OTAN de reservas de munición de artillería de 155 mm, el Ejército necesita dirigir 2.000 millones a una industria (en España Expal y FMG sobre todo) que trata de duplicar su capacidad de producción.
Es el coste estimado por fuentes militares de alcanzar un stock de 540.000 proyectiles, para que pudieran disparar un mes en combates de alta intensidad 180 piezas artilleras.
Sargentos de artillería se adiestran en disparo con fuego real en la Academia de Artillería de Segovia. / MACA
El cálculo incluye gasto en munición dirigida Excalibur, la de más alta precisión del mercado. Cada una de esas balas inteligentes de cañón cuesta más de 170.000 euros.
7 Más superioridad en la guerra que no se ve
En otoño despegará en Florida el gemelo del SpainSat NG 1, con el que las Fuerzas Armadas operarán la más moderna pareja de satélites de comunicaciones encriptadas. Para entonces, Defensa deberá hacer sus últimos pagos de una partida de 1.300 millones, de los 2.000 que cuesta el programa.
De las necesidades en guerra electrónica, defensa antidrón -con o sin arma láser- y refuerzo del Mando Conjunto del Ciberespacio trascienden inversiones como la del Sistema de Combate en el Ciberespacio (SCOMCE), asociada al arranque de una escuela de ciberoperaciones militares: costarán 100 millones.
Defensa no ha comunicado cifras de esfuerzo en inteligencia artificial para sistemas de mando y control y en computación cuántica. Es el próximo y enorme desafío del rearme, está al caer y también es acuciante: de nada habrá servido gastar cantidades ingentes en armamento si un enemigo con capacidad cuántica puede desencriptar sus claves y hackearlo.