Sandra Miret: «El cine con el que crecimos era machista, le faltan muchas miradas»

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Sandra Miret (Barcelona, 1996), licenciada en Arte Dramático y Artes Escénicas y con un Máster en Género y Comunicación por la UAB, se crió viendo series como ‘Embrujadas’, ‘Friends’, ‘Mujeres desesperadas’ y ‘Águila Roja’ y películas como ‘A tres metros sobre el cielo’ y el cine de las princesas Disney. De todas ellas, y de muchos títulos más, también actuales, habla en el libro ‘Damas, villanas y lolitas. Una mirada feminista al cine con el que crecimos’ (Bruguera), donde repasa los estereotipos a los que las mujeres se han enfrentado a lo largo de la historia en el mundo audiovisual.

¿El cine con el que crecimos era machista?

Machista, blanco, racista, clasista, capacitista… Al final estaba escrito, dirigido, producido y distribuido por hombres, mayoritariamente blancos y heterosexuales. Al cine con el que crecimos le faltan muchísimas miradas. Sería muy interesante recuperar algunas narrativas anteriores con estas nuevas miradas.

¿No es injusto mirarlo con la perspectiva actual, mucho más sensibilizada a otras miradas?

Depende. Si hacemos un revisionado histórico de Chaplin, que era un tanto misógino y le gustaban mucho las menores, hay gente que dice que eso pasó hace muchísimos años y no podemos criticarlo con la mirada actual. Pero es que por aquel entonces estar con una menor tampoco estaba bien visto, así que hay que criticarlo con la mirada de entonces y la de ahora. Tenemos la imagen de que en el pasado todo valía y nadie tenía criterio, pero es que el movimiento feminista lleva muchos años de lucha, y ha habido muchos hombres que han hablado de esto, como Gustave Flaubert cuando en ‘Madame Bovary’ analizaba por qué las mujeres estaban condenadas a una vida tan encerrada. Si hay hombres que han decidido dejar aparte esas reflexiones y ese activismo también hay que criticarlo. Ahora tenemos una mirada mucho más inclusiva, diversa, feminista, con la que es muy complicado ver cosas del pasado que no se tenían en cuenta. Espero que dentro de 50 años, cuando miremos el cine actual, también pensemos que cómo éramos capaces de dejar pasar ciertas cosas, eso es la evolución. Hay que encontrar un equilibrio mirando cuál era la visión de antes, analizarlo desde ella pero también con la mirada actual.

¿No podemos seguir disfrutando con las viejas películas?

Puedes seguir disfrutándolas pero eso no quita que tengamos que darnos cuenta de las cosas que no estaban bien y que no tenemos que repetir o que, si las repetimos, sean desde otra mirada. Yo no quiero repetir el cine del que venimos. Hay clichés como el típico la dama y el vagabundo de ‘A tres metros sobre el cielo’, pero que se puede encontrar una forma más moderna de contarlo, como la película ‘La mala influencia’, donde el malote no tiene por qué ser tóxico, o si es de barrio no tiene por qué ser violento, o si es pija no tiene por qué ser estúpida. Es coger los arquetipos y quitarles esas cosas tan casposas y misóginas.

Mario Casas y María Valverde en ‘A tres metros sobre el cielo’. / .

¿El cine ha normalizado también la violencia física y sexual contra las mujeres?

Sí. Y eso, al final, hace que se perpetúe la cultura de la violencia. Un ejemplo es que, cuando salió ‘Mi reno de peluche’, donde hay una violación a un hombre, las redes petaron porque todo el mundo estaba horrorizado con esa escena. Pero es que eso lo llevamos viendo nosotras toda la vida. Muchos personajes femeninos de las series y películas sufren violaciones de una forma gratuita. En ‘La piel que habito’ hay tres y se muestran sin ningún tipo de cuidado y yendo incluso al morbo.

En su libro explica que ha habido una evolución, pero cita algunas series «que perpetúan la imagen normativa y blanca»: ‘Élite’ y ‘Emily en París’.

En ‘Emily en París’ hay un par de personajes racializados, pero eso no es diversidad. Tampoco hay diversidad de cuerpos. Pero como eso es, entre comillas, lo normal, porque es el cine que llevamos consumiendo toda la vida, con personajes blancos, heteros, delgados, guapísimos, si nos ponen algo fuera de ahí nos parece raro. Hay que hacer un ejercicio crítico de ver qué nos están mostrando. A mí me encanta como serie, es superentretenida, pero no está representando el mundo real, no es el cine que tenemos que estar perpetuando, hay que poner más diversidad.

Lily Collins en ‘Emily in Paris’. / .

Hay público que lo tacha de inclusión forzada, una afirmación que usted critica.

¿Cómo va a ser inclusión forzada mostrar la realidad del mundo en el que vivimos? ¿No ves que hay gente más allá de la gente blanca? Si alguien lo ve así me gustaría saber en qué tipo de círculo se mueve, porque vive en una burbuja de privilegios devastadora.

En ‘Damas, villanas y lolitas’ da un dato muy significativo: desde la primera ceremonia de los Oscar han sido nominadas 449 personas a mejor dirección, y solo cinco han sido mujeres. Solo lo ha ganado una, Kathryn Bigelow, por ‘En tierra hostil’.

Eso nos vuelve a mostrar que las mujeres hemos querido contar historias y no nos han dejado. Y cuando nos dejan no nos premian. A las mujeres nos ha costado mucho meternos en esa burbuja. Ahora hay muchísimas más, sobre todo en el cine independiente, pero es que han tenido que poner ayudas por tenerlas en el equipo. Me gustaría que la gente vaya al cine a ver películas escritas, dirigidas y protagonizadas por mujeres porque quieren verlas, pero es que ese interés se entrena. Porque si durante muchos años te han puesto con calzador unas películas contadas por ciertas personas y después te cambian todo eso, tú te tienes que entrenar para que esas otras películas te gusten. Tienes que forzarte a apoyarlas porque si no vas a seguir perpetuando el cine que nos deja fuera.

En el libro afirma que no se puede separar la obra del artista. Ahora hemos tenido un caso al respecto, el de Karla Sofía Gascón. ¿Cree que ha habido un doble rasero al cancelarla, porque no ha ocurrido igual con casos como el de Polanski?

Sí, porque es mujer y mujer trans. Es verdad que ha ocurrido en una época en la que somos más críticos, y ella ha dado entrevistas que han alimentado esa cancelación masiva, puede que justificada pero totalmente innecesaria. Porque no lo hemos visto igual con Kanye West o Mel Gibson. A los hombres no se les trata de la misma forma. Tengo ganas de ver qué pasará dentro de unos años, ver cómo reaccionamos si de repente hay que cancelar a algún actor o director. No quiero que reaccionemos como con Karla Sofía, porque se nos ha ido de las manos, pero sí que seamos igual de rígidos con la idea de que por ahí no se puede pasar. Porque normalmente con los hombres su obra ha justificado lo que han hecho.

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